Cuaderno de viaje. Los Jameos del agua














Lanzarote no sería Lanzarote sin César Manrique. La Cueva de los Verdes continúa su camino hacia el mar y, allí, se convierte en otra cosa; en un paraje verde y azul, en un respiro. El arquitecto paisajista que modeló estos parajes embelleció Los Jameos y proporcionó una morada de ensueño a los pequeños cangrejos blanquecinos que habitan la laguna salada. Los carteles de no tire monedas, por favor, pueden dañar el hábitat de los cangrejos son pequeños y discretos y no impiden que los turistas quieran volver y arrojen dinero. Hay uno que se ha quitado los zapatos y rescata una moneda de dos euros. No se sabe si la tiró, leyó el cartel y se arrepintió. El fondo de la laguna está moteado de estos cangrejos ciegos de caparazones blandos. Tienes que mirar muy fijamente para verles moverse y convencerte de que no son piedras preciosas. Se trata de la vida que resiste, siempre y en cualquier circunstancia.


Pero hay más. Hay lugares para sentarte y observar el techo del túnel que no se desplomó y que guarece a los pequeños cangrejos. Puedes tomarte un café, un zumo, admirarte con las plantas y las flores. Cuando la marea sube, los turistas se descalzan para continuar y explorar todos los rincones.
Hay un auditorio misterioso, de increíble acústica (también lo hay en la Cueva de los Verdes, en lo más profundo); hay una palmera solitaria que se refleja en una piscina azul, orgullosa, temeraria. Hay cactus y florecillas y escaleras que suben y te transportan a la superficie, donde están los volcanes que se apagaron en el mar. El museo muestra bombas, olivina, lava y piedras que vomitan volcanes de todas las islas. Susurros de agua y enredaderas que caen, la inevitable tienda de regalos y un paraíso que Manrique convirtió en algo más, algo que ayuda a preservar la riqueza escondida de Lanzarote.

Los Jameos del Agua son como un teatro en el que se representa un trozo de Caribe, en el que viven los cangrejos que se adaptaron a lo más riguroso (como todo en esta isla), en el que un camarero te explica amablemente que a las cinco el agua cubre hasta la cintura, señorita. Las plantas cuelgan de jaulas suspendidas en el techo y hay toldos que se desplegarán cuando el sol arrecie.Lástima que sean tan populares y que cientos de personas tengan la misma idea, ya nada original. Debe ser maravilloso pasar un par de horas aquí, en soledad, escuchando los murmullos del tiempo y el tintineo de las gotas de agua que rezuman las paredes. Sin risas, ni chillidos, sin expresiones de incredulidad: ¿dónde están los cangrejos? Esos no son, ¡si no se mueven!
Pese a todo. Es un trocito de maravilla.

Fotos de María Antonia Moreno
(Blogger tiene vida propia y no he podido intercalarlas en el texto, como era mi intención... espero que no quede así muy mal. Gracias)

Comentarios

Xibeliuss ha dicho que…
Un lugar fascinante...
Desde que empezaste esta serie sobre Lanzarote lo estaba esperando :)
Abrazos
alicia ha dicho que…
Un motivo más para ese viaje..! Por más que me hablan de esos jameos hasta que no los vea no me haré una idea de en qué consisten, cómo son...
Gracias por prestarme tus ojos
Un beso de cangrejo
María Antonia Moreno ha dicho que…
Cierto, Xibeliuss. Es fascinante. Y sí, alicia. Hay que ir...

Besos para los 2