Mujer de armas tomar, 3

Ay que ver cómo se las gasta este Juanillo, va pensando don Andrés mientras entra en su oficina de director. Lo raro es que la haya visto, a esta pedazo de hembra y que no se le hayan ido los ojos tras los teletipos. Pero no, esta mujer no dejaría que ningún hombre a diez kilómetros a la redonda ignorase su presencia. Debe oler su pelo a maravilla pura. Quizás a violetas. No sé qué tengo con las violetas, que me gustan tanto. Puede ser que me recuerden a esos caramelos que venían en latas, los únicos que estaban en casa de mi abuela cuando yo era un chiquilicuatre. Las violetas me parecen irresistibles. Pero esta mujer, qué demonios, que huela como le dé la gana. Con esa pinta que se gasta, puede hacer hasta encaje de bolillos, si así lo quiere.

Don Andrés se repantinga en su sillón de director de oficina bancaria, se gira y espía a la mujer de rojo y a Juan, el cajero entre los resquicios de la persiana. Se va ya la moza. Y este, ¿qué hace? Me lo ha dejado alelado. Si se ha quedado papando moscas, en las Batuecas andará. A ver si me lo ha incapacitado. Pues eso sí que no. Que este hombre vale un Potosí. Claro que la hembra... En fin, ya reacciona, se ha vuelto a recoger los teletipos del suelo. Menos mal que los ha colocado encima de su mesa, ya me veía yo llamándole la atención al mejor empleado que he tenido en años. Y eso, no. No me gustaría, aunque si hay que hacerlo, se hace. Pero no, este Juanillo es responsable. Se sienta y se pone las gafas. Hala, ya está otra vez. A ver si en vez de sangre tiene horchata, porque recuperarse tan pronto después de una mujer así... Pero, es que Juan es muy honrado y eso no hay quien lo cambie. ¡Menos mal que no me ha ocurrido a mí! Hubiera tenido que irme a dar un paseo, o a tomarme un orujo para sacármela del cuerpo.

(...)

Pero, ¿y esto? Pues, ¿no ha vuelto la morena? Ahí está, agitando las pestañas como el mantón de la Piquer. Y este pobre hombre, que ahora le da algo, fijo. O no. Mira tú que si ella ha vuelto a por él. Raro es, pero no imposible. ¡Hay tantas parejas desiguales! Igual hoy, Juan no se va solo a dormir, no. ¡Hay que fastidiarse, Andrés! Pues cuando se marche este pedazo de mujer, ya me puede contar la conversación tan animada que se traen, ya, por que si no, la tenemos. ¡Hala, hala! Vaya cruce de piernas... Y venga a pegar la hebra. Menos mal que hoy no es día de paga, y tenemos la oficina vacía...
La imagen de las violetas está tomada de esta dirección:

Comentarios

Xibeliuss ha dicho que…
Me gusta mucho como manejas las distintas perspectivas de una historia, incluso en un formato tan corto. Te queda de maravilla.
Un abrazo
Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Un idea genial, esa de convertir al jefe en cronista... un pelín envidioso, eso sí. Besitos, guapa.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Gracias Xibeliuss, me alegra que te guste. Lo cierto es que me lo paso muy bien tocando a distintos personajes...

Un abrazo
María Antonia Moreno ha dicho que…
Un pelín?? Y un poco demasiado curioso, no?
Je
Un beso, Isabel