Yeruldelgger. Muertos en la estepa, de Ian Manook


(Esta reseña se publicó en el número 46 de la revista Mi Biblioteca, de la Fundación Alonso QuijanoLa escribí para la sección Hablemos de libros, sección que comparto junto a Nieves Castrillo, Emilio Núñez y Leticia Penadés).

La algazara que siente un fan de la novela negra al descubrir un nuevo detective, policía, comisario, subteniente, brigada, militar, agente... sólo es comparable a la próxima fecha del lanzamiento de la última publicación de su autor favorito. Eso me ha ocurrido a mí con Yeruldelgger, un comisario mongol que ha hecho que este verano viajase hasta la estepa, y contase: una, dos, tres... las yurtas que aún no han  sucumbido a la invasión de la civilización occidental. El comisario es un hombre formidable con apariencia de roca granítica a punto de estallar en mil fragmentos pétreos. Yeruldelgger tiene un pasado y presente oscuros que arrostra como puede y le dejan; la muerte de su mujer y de su hija pequeña y el desprecio de su hija mayor, una joven herida y confusa que ha encontrado en el odio la única forma de sobrevivir.
Odio, ira, pena, confusión de identidad, soledad y sufrimiento como único atenuante para poder seguir viviendo; así pasa los días el comisario que un día fue un niño libre de la estepa y ahora es un hombre desgarrado en la ciudad más contaminada del mundo: Ulán Bator. Un nido de vicio, corrupción y crímenes. Ambos mundos, la estepa y los nómadas que la recorren y aman (influidos por los modos de vida americanos de CSI Miami), la metrópoli y las mafias delincuentes, se nos relatan en la novela con la interrelación de dos casos. Y junto al comisario, amándole y protegiéndole cuándo y cómo pueden, la inspectora Oyun y la forense Solongo. Su superior, Mickey Águila Azul de Mongolia, un arribista ambicioso y sin escrúpulos, se encarga de mantener alejado a Yeruldelgger para que no entorpezca su ascenso imparable, sin caer en la cuenta de que al comisario no pueden quitarle ya (casi) nada más. Completa el dramatis personae de las fuerzas del orden otros subordinados como Chuluum, un joven agente cuyas luces son inversamente proporcionales a su mucho atractivo. Esta novela, publicada en Francia en 2013 y en España en 2016, viene avalada por premios prestigiosos y el reconocimiento de la crítica y los lectores. No me extraña. Los personajes están sólidamente construidos; el contexto histórico y socio-político se nos revela matiz a matiz, sin apabullarnos ni impresionarnos hasta que, de pronto, tenemos que tomar aliento ante la descripción de los mares de desgraciados de las cloacas, que resisten el frío inclemente pegados a los tubos de calefacción. La trama, trepidante y envolvente, no nos deja un respiro. Un gustazo. Imprescindible.
Para cerrar esta reseña, una imagen, la que me trae el tema A lo lejos el río, de Manolo García, del álbum Saldremos a la lluvia (2008): A veces los días te invitan a viajar/guiado por la luz de la mañana. /Sentado ante tu puerta /con un libro entre las manos/que te impulsa, te lleva y te devuelve, /que te aleja, conduce y libera.

Eso es lo que provoca la literatura. La buena. 


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