La algazara de estar vivo

Es del todo punto imposible sostener, cada día, hora y minuto, la algazara de estar vivo. Respirar, reír, levantar la mirada al cielo y contar pájaros o estelas de aviones. Reparar en el fluir del río, y en cómo se estremece el agua cuando la brisa de mayo la toca. Escuchar el susurro de las hojas de los álamos que se cimbrean como muchachitas adolescentes. 
La algazara de estar vivo, así, sin motivo alguno. Ese sentir que tiene que ver con el murmullo de la vida abriéndose paso: una tímida flor amarilla, un gorrión bañándose en la arena, un bebé que chilla al perder el chupete. 
Ah. Es del todo punto imposible. Pero a veces, solo a veces, uno se enseñorea en su fragilidad y se permite el lujo de sentirse vivo. Rara, extraña y gozosamente vivo. 

Un lugar de la provincia de Salamanca, la foto es mía. 


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