Energúmenos

Lo hemos visto en todas las pantallas. Dos energúmenos: uno grabando al amigote que hacía un barrido a una mujer joven, como si estuviese practicando taekwondo con Vandamme. Una patada por detrás, a traición y a una mujer despistada. Todos los ingredientes para cubrirse de gloria y lograr un vídeo molón con millones de visitas, debieron de pensar estos dos, que hicieron lo que hicieron por una apuesta, y porque estaban borrachos

He sido joven y he salido por ahí, me he tomado unas copas, he llamado a timbres y he salido corriendo, para que no me pillaran. Jamás he agredido a nadie; ni por una apuesta, ni por una broma. A lo más que he llegado ha sido a llamar insistentemente (4 ó 5 cinco veces seguidas) y desde una cabina (con la paga semanal) para cantar canciones tales como Penélope o el gato que está triste y azul (sí, sé lo que piensan. Pero qué quieren, eran otros tiempos). 

No sé si estos dos lo han hecho por la difusión en las redes sociales o por qué (quizás querían ser los reyes youtubers del momento).  Últimamente tendemos a achacarle todo el mal que en este mundo ha sido a las redes. No. No es eso. Algo falla en la transmisión de valores, en la educación. No sé qué es. Lo intuyo, pero no sé, como sociedad, qué podemos hacer. Esos vídeos en los que los chicos se queman, o se drogan, o se ríen de otros, los agreden, los insultan. 

Sé que no todos los jóvenes son así (ni de lejos). Hay gente joven sensata, solidaria, amable, inteligente, sensible al dolor de los demás, educada. Lo sé y la conozco. 

No se trata de hacer leña del árbol caído, pero espero que esos dos energúmenos aprendan la lección. Y que otros como ellos tomen nota. Cuando veas las barbas de tu vecino remojar, etcétera. 



Eric Clapton, no te des por aludido. Es por dejar un gusto agradable.

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