Un árbol crece en Brooklyn. Betty Smith

A pesar de los pesares, crece el árbol. La obra narra la infancia y primera adolescencia de Francie Nolan, una niña americana descendiente de inmigrantes, en las primeras décadas del siglo XX (la novela finaliza justo al estallar la I Guerra Mundial). Francie  es como ese árbol que sobrevive junto con los más pobres; ya pueden talar sus ramas, verter ácido en las raíces, y dejar su alimentación al albur de las circunstancias. Como el árbol, la pequeña Francie crece entre anhelos de letras, ansias de felicidad y comida, sobrellevando con terquedad las pérdidas. 

Junto a Francie vive su madre, Kate, su padre Jhonny y su hermano Neely. En la vida de Francie hay un refugio: los libros y la escritura. Cuando Francie aprende a leer siente ganas de gritárselo a todo el mundo: ¡Sé leer! Qué libertad tan tremenda siente la pequeña Francie. El alcoholismo del padre, la inconsciencia de vivir el amor más allá del hoy. Lienzo de la vida en Brooklyn que narra con sencillez y sin concesiones la precariedad, la falta de lo necesario, la mala alimentación, la escasez, el frío. Kate, con seis panes duros (los que ya no quieren los ricos), elabora el menú para toda la semana: el pan se mezcla con manteca, sal, torreznos; se hornea, se fríe. Se acompaña de café con achicoria y un chorrito de leche condensada (si hay suerte). El padre, Jhonny, reidor y guapo, es camarero y cantante, pulcro y presumido en el vestir. Los cuellos y los puños, de papel, se han de comprar cada vez que Jhonny consigue trabajo en el Sindicato. Cuando Jhonny no ríe, es que está borracho. Enfermo, dice Francie. Al núcleo familiar más cercano hay que sumar a la abuela, resignada y maltratada por el abuelo cruel, la tía Evy casada con un papanatas y la tía Sissy, que busca con denuedo la maternidad con sucesivos maridos y amantes.


La niñez de la autora debió ser parecida. El amor de su vida murió de alcoholismo. Fue pobre, se casó muy joven, quiso estudiar y lo hizo a trancas y barrancas, alternando la maternidad y los trabajos extenuantes. Con esta novela Smith consiguió la fama, pero dicen que enseguida se la tildó de excesivamente femenina y el triunfo se oscureció en las décadas siguientes. Dice Paul Auster: un libro bellísimo de una novelista maravillosa y olvidada. 
A pesar de los pesares, Francie/Betty sueña en la escalera de incendios, arropada por las ramas del árbol. 




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