Buenos días, Zaragoza

Enhorabuena, Begoña.
Twitter me chismorrea que la Oro ha ganado el X Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes. Leo en La Vanguardia que es la primera mujer que lo gana, que la novela se ambienta en Miami (Buenas noches, Miami, se titula) y que en ella Begoña @granduquesa habla de temas como el miedo a crecer, el amor, la felicidad. En una ciudad ( sigo leyendo) en la que todos los que la habitan son foráneos, ajenos, Begoña analiza cómo vive la gente el gran evento que los ha congregado allí. Buenos días, Miami destila sensibilidad, humor y poesía, (continúa explicitando la noticia ). Y, seguro, ligereza. No frivolidad, sino ligereza, frescura, intuición si quieren. El tono preciso que este tiempo que habitamos y leemos, precisa.
La foto, se la he birlado a La Oro
Hace menos de un mes me encontré con Begoña Oro en su ciudad, Zaragoza. No acudí sola, fui con F., amiga y compañera con la que me une ya una larga convivencia profesional y vital. Hay amistades de chispa y amistades de fuego lento. El caso es que no era mi primera visita a Zaragoza, ni mi primer encuentro con Begoña. A la Oro la conocí en Twitter y me fue cautivando su modo de escribir. En esto de las palabras que se escriben o se leen, existen destellos y rescoldos que se avivan. La primera vez que nos vimos acudía a encontrarse con los jóvenes del Club de lectura Contenedor de Oceános de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, y fue un momento breve en el que yo reía sin saber por qué y ella me dedicaba de un modo delicioso Croquetas y wasaps. La segunda vez, ya en Zaragoza, nos citamos en una cafetería coqueta y bebimos café y tés, y charlamos. Recuerdo aquellas dos horas en las que no estaba en mi mejor día (el viaje, la desubicación, el trabajo que había por delante, el que dejaba atrás, una habitación con toques goyescos que resultaba un tanto esquizofrénica y un taxista más que peculiar ... quizás tuvieron algo que ver). 
Begoña parecía cansada (lo normal cuando un resfriado te ronda y no paras de trabajar), pero feliz y entusiasmada con todo lo que le contaba, con esa particularidad de unos pocos que son especiales y te lo hacen sentir a ti. Hablamos de todo un poco, y me comentó que había enviado una novela de viajes a un concurso. Me pasé los días en Miami currando, tomando notas, sin parar. Y luego, escribí y escribí porque, ya sabes, la fecha se acercaba... Me divertí, concluyó Begoña. Se falla a finales de junio... (Cómo me alegré al leer en Twitter que la habían premiado). Yo insistí en que escribiera una novela para adultos porque creo que necesitamos ese tono suyo, ligero y hondo, que no cae en lo pomposo, que acierta a definir y a situar. Espero que este premio la anime a combinar literatura juvenil y literatura para adultos. La espero.
Mientras tanto, ansío leer Buenas noches, Miami, pero parece que tendré que aguardar hasta septiembre. Sé que me gustará. Hace unos años leía compulsivamente literatura de viajes; qué le voy a hacer si mis trayectos son cortos, y no viajo mucho por aquello de la vida y la oportunidad (ya comprenden). Por fortuna, está la literatura. Aunque, cuando viajo por trabajo o de vacaciones (normalmente a otra ciudad española) y cuando me interno en los entresijos de una obra nueva siento la misma mezcla de sensaciones: extrañeza, curiosidad y me da por reflexionar sobre la vida, en general. Viajar, leer, te sitúa en una zona peligrosa ( la buena literatura siempre lo hace) y, desde ahí, comienzas a cuestionar muchas cosas: la vida, a los otros, a ti.
Del último viaje a Zaragoza hay algunos instantes que merecen la pena. Ya lo creo que sí. Una conversación a tres bandas, un menta poleo de cara a la Basilíca El Pilar, la visión de la Oro sobre una bici, alejándose de F. y de mí, una mujer ligera, pelirroja y ágil vestida de azul y blanco. 

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