Las mujeres de Susana Fortes

Acabo de terminar la última de Susana Fortes: El amor no es un verso libre y he sentido en el pecho una angustia conocida; una sensación que vira entre la nostalgia y el desasosiego, como cuando duermes en cama ajena o se te mete el frío de febrero en el alma. Leyendo a Fortes, uno se siente así, anhelante, triste, deseoso. Todo, al mismo tiempo.
No pretendo arrebatar la emoción al que se apreste a sumergirse en la lectura de la última novela de Fortes, así que contaré poco, o nada, del argumento. La trama está al alcance de cualquiera que googlee el título o el nombre de esta gallega a la que (de acuerdo con la nota biográfica del libro), le gusta cambiar de paisaje. No. No quiero ejercer de spoiler, ni similar. Tampoco quiero ejercer de crítica literaria (puesto que ni sé, ni tengo la formación que se precisa), y porque además, no juzgo con criterios objetivos, ya lo saben todos aquellos que se pasean por mi blog. En esencia, quiero hablar de las mujeres que aparecen en las novelas de Susana Fortes, desde la femme fatale de Fronteras de arena, a la Gerda Taro de Esperando a Robert Cappa, pasando por las Lauras (Ulloa, Márquez) o las Anas de Querido Corto Maltés y Quattrocento. Mujeres fuertes con pasado triste, fatal, con un punto sensible a sus espaldas, un secreto doloroso, el arquetipo de mujer de sabiduría ancestral. Kate, la americana de El amor, es una muchacha joven, pecosa, atlética, rubia, de huesos largos, una mujer de excelente porte, una yegua purasangre. Las aristas de Kate, sus pómulos afilados tras el sufrimiento, las puntas de su pelo rozándole sus hombros desnudos, recuerdan a Elsa, a Laura Márquez, al arrojo de Gerda. Qué mujeres, qué amores. Los hombres son más valiosos (méritos aparte) porque son amados por estos ejemplares femeninos maravillosos. 
Fortes  es una novelista con extrema sensibilidad, que escribe pequeñas grandes historias de dolor, traición y sacrificio. Porque todo eso conlleva el amor. Es una de nuestras mejores escritoras. Tan real. Una mujer fuerte, sensible, con la mirada (se me antoja) empañada por una pena antigua. Quién no tiene una pena prendida de la mirada... Sólo hay que vivir lo suficiente. 
Les dejo este video en el que Lorenzo Rodríguez, (periodista cultural) entrevista a la autora. Aviso: ellos sí que desvelan detalles y claves. Analizan (como se debe) y porque saben, la novela. Yo la he disfrutado mucho, pero la vi después de finalizar El amor no es un verso libre (por cierto, hermoso y, de nuevo, nostálgico, título).




En este blog, el rastro de Susana Fortes se localiza fácilmente: en una cala murciana, en un recuerdo a Lisboa, en el fado. Son sus huellas, mezcladas con la melancolía, los anhelos y la saudade de un futuro cada vez más improbable.

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