Quiero contarte una cosa, o dos. Un par.

Que nadie te dicte hacia dónde has de dirigir tu mirada
Quiero hablarte de una cosa. O de dos. De un par. Ahora que estamos solas, que estás de buen humor, que hasta me has abrazado y me has dado un beso.
Esta mañana he visto asomar a tu cara una sonrisa que se parece sospechosamente  a una sonrisa de niña. No, no me equivoco. Sé que empezaste a dejar de serlo. Lo sé cuando te descubro en el espejo, contoneándote para comprobar si te quedan bien el jersey o el pantalón nuevos. Lo sé cuándo te enojas sin motivo aparente y te marchas, sin dar muchas explicaciones. Lo sé. Sé que el enfado te viene de adentro, goma elástica que se tensa y se destensa, sin previo aviso. Vives inquieta con desasosiegos que rara vez quieres compartir, pero que intuyo.  Anhelos de vivir que no aciertas a encauzar.
Hoy que tu sonrisa de niña está en liza con tus ojos de mujer, quiero hablarte de una cosa. O de dos. De un par.
Los cuentos que te contaba se te quedaron pequeños, como el abrigo verde bosque. El mundo es grande, a veces, indiferente y hostil. Quizás te parezco demasiado mayor como para entenderte, y a mí se me olvida a ratos que una vez fui joven. Pero hoy, ya ves, me he descubierto una mirada que se parece, sospecho, a la de antes, cuando todo estaba por estrenar. Hasta el amor.
Nadie puede aconsejarte cómo vivir, cómo acertar. No hay garantías, no hay certezas. La vida está hecha de errores y de pequeños aciertos, de intuiciones y elecciones que te harán zozobrar. Pero hay algunas cosas que quiero que sepas. Una convicción propia, una certidumbre; si quieres,  una pizca de sabiduría que los días vividos me dejaron.
Si alguien: un novio, un amigo especial, cualquiera… te pide que te no te pongas el vestido rojo;  o te exige que no te maquilles los ojos de azul; o, quizás, que no mires al cielo cuando caminas, que no regales tu risa, ni tus palabras, que no salgas sola, que no sueñes con otros horizontes y otras miradas. Si alguien, cualquiera. Recuerda. El amor no es cárcel. El amor no limita tu paisaje, no encierra tu alegría. El amor es otra cosa. Podría definírtelo. Hablarte de él durante horas. Pero el amor está hecho de pequeños errores y aciertos,  de elecciones e intuiciones que te zarandearán. Y has de descubrirlo tú.
Fíjate, ves. Míranos en el espejo del cuarto de baño. Tú con tu sonrisa de niña y tus maneras que apuntan a la mujer que serás. Yo, con esta cara que se me pone cada vez que te miro.
Sólo una cosa, o dos. Un par. Y si pese a todo tienes la desdicha de tropezar con alguien que quiere dictarte por dónde ha de volar tu mirada,  no calles, no consientas, pide ayuda, no creas que va a cambiar.  Aléjate. Porque, niña mía, eso no es amor.
Ven, déjame que te cepille el pelo como cuando eras niña. Ahora nadie nos ve. Déjame que te diga una cosa. O dos. O un par.
El amor no necesita de pruebas, ni de celos para demostrarse. El amor no es jaula, ni obligación, ni posesión, ni pertenencia. Ya verás. Te sentirás grande y libre, alegre y segura, independiente y fuerte. Si no, niña mía, no será amor.

Los datos y titulares de los últimos meses hablan por sí solos: Las adolescentes no detectan las actitudes de la violencia de género; El 67% de las víctimas adolescentes no es consciente del maltrato; Los casos de maltrato entre adolescentes crecen un 30 % en un año. Estremecedor.

Tenemos una conversación pendiente con las mujeres jóvenes que nos son próximas.  Como dice Milagros Pérez Oliva en su artículo “Lo que hemos de explicar a las chicas”, publicado en El País, el pasado 22 de noviembre:

Todo esto hay que explicarle a esa chica que comienza a tener relaciones, porque este es el camino que muchas mujeres han empezado a recorrer siendo adolescentes en el momento en que su chico le ha dicho “haz el favor de no ponerte esa falda, que no quiero que vayas por ahí provocando”. 

Comentarios

Jésvel ha dicho que…
Algo estamos haciendo mal, muy pero que muy mal, cuando, en lugar de respeto, esta sociedad exuda manipulación y violencia.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Jesús, por lo menos, que cada uno de nosotros haga una pizca. Algo. Porque es tremendo, sí. Gracias por tu comentario, saludos