Un viejo Cadillac

El tipo, vestido de negro, tiene unas maneras y unas formas únicas de cantar, de moverse en el escenario. En la Plaza, la multitud aúlla los temas míticos, Feo, fuerte y formal, El rompeolas, Ritmo del garaje, Voy de negro... y los más nuevos, como Contento. Flanqueado por grandes músicos, el tipo está hecho de una pieza. Uno no puede dejar de pensar que es un gran tipo. Con sus cosas, sus contradicciones y sus ideas. Grande. Cabal. 
En la Plaza, los brazos se levantan y los cuerpos se agitan. Cincuentones, cuarentones, treintañeros, veintiañeros, chiquillos que acompañan a los padres. Precisamente, hay un padre de familia con un jovenzuelo de dieciocho y un niño de once. Cuántas veces habrá cantado, en otro tiempo y en otra vida, Hola lunes, martes, miércoles. Ahora, es un hombre formal, con hijos y cargas varias; pero en este punto y a esta hora, observado por sus hijos, se le adivina el punto canalla. Él, que viste colores claros y respetables, canta a voz en grito Nena, y no estás tú. El hijo más pequeño le mira, asombrado.  Y un tanto avergonzado. El hijo mayor le mira, condescendiente, apenas permitiéndose una media sonrisa. Uno y otro recordarán esta noche, otra. Otra noche, dentro de muchos años, en otro tiempo y, quizás, en otro lugar. Porque sí, porque el padre, también, quiso ser una rockanroll star
En el escenario, el tipo de negro se cruza de brazos, levanta una mano y hace callar a la banda, mueve las piernas como hace treinta años, parece mentira. Una, que ya va cumpliendo días y horas, se siente bien cantando y bailando y viendo cómo se mueve arriba y abajo, con movimientos dignos de una estrella cincuentona. Y no importa. Ya quisieran. Por eso, una se siente bien, aunque no sea capaz de hacer eso que hace el tipo de negro, ni por asomo. Ni llegando al infinito y más allá. Nadie, en esta Plaza, tiene esa elegancia, esa chulería y esa experiencia: la de un viejo Cadillac de segunda mano
El padre de familia enciende un pitillo cuando el Loco hace lo propio en el escenario. Dentro de mucho tiempo, una noche, otra, sus hijos recordarán cómo cantó y se movió, cómo aplaudió, cómo rió. Cómo, inexplicablemente, parecía anegarse de juventud mientras gritaba No he venido aquí a hacer amigos. Recordarán que fue entonces cuando descubrieron al hombre que es su padre.
Loquillo es un tipo al que hay que ver en directo. No es intercambiable. No da lo mismo Loquillo que otro. Un gran músico que viste de negro. Un grande.


Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Ay, maría antonia, me he sentido como ese padre de familia, con ganas de cantar a voz en grito, de bailar como hace tiempo que no lo hago, perdiendo la vergüenza o el miedo a hacer el ridículo... Sueño con una noche así. Un abrazo muy fuerte.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Ay, Isabel... los que tenemos una edad (la nuestra, qué pasa ;) ) lo entendemos a la perfección... Lo cierto es que a medida que nos hacemos mayores somos más conscientes de cómo nos ven (o nos imaginamos que nos ven) los demás. Y, bueno, te animo a que a la menor ocasión que se te presente, lo hagas. Libera ;) Un besote, amiga