Playas

Quizás es porque pertenece a los adentros, a las tierras de girasoles, trigo y encinas. A los horizontes teñidos de color rojo, bordados con hilachas de nubes. Quizás. Pero no hay nada objetivo que explique tamaña fascinación por el mar, por las playas. Hay playas bravas que resisten los embates de la mar oponiendo resistencia desde los arrecifes; hay playas calmas en las que el viento casi no mece a las olas y el océano es una lámina quieta bajo el sol de agosto.

Malkorbe

Gaztetape


Monte de San Antón, el ratón de Getaria

 Paseando Getaria
Getaria tiene dos playas; una calma y otra brava, separadas por el ratón (así llaman los naturales al Monte de San Antón), una y otra viven de espaldas, desdeñosas de otros avatares que no sean los suyos. El pueblo, de calles estrechas y plagado de escaleras, se asoma a una y a otra. Pero ella prefiere quedarse en Malkorbe y dejarse acariciar los tobillos mientras pasea la ensenada. Siempre asociará esta playa quieta con la pareja de cincuentones, los dos tumbados sobre una toalla. Ella, el pelo negro, los ojos maquillados y sus aretes de plata; él, el pelo cano, el pantalón azul marino y la camisa blanca. Son una pareja reciente, piensa. Si llevaran juntos toda la vida, él no le preguntaría cómo está cada cinco minutos. No le miraría la boca cada vez que ella ríe. Ella no le acariciaría el pelo, pensativa, cuando él cierra los ojos. Son una pareja muy elegante, ella de blanco y negro, él de azul y blanco, mediando la cincuentena, dejándose acunar por el tiempo y apurándolo, pues ya conocen de su espesura y fragilidad. Hay otras personas en la playa, una mujer que ha abierto el quiosco de los helados, con desgana y un rictus serio; unas amigas que no dejan de comer pipas; unos niños que se bañan, temerarios y valientes. Pero para ella Malkorbe es esa pareja; ella, con los ojos un poco tristes; él, pendiente de su boca, un poco triste también.

Quizás lo que nos parece misterioso es lo que no vemos a diario. Pero nada objetivo puede explicar esa añoranza del mar, de la sal y de la arena amarilla que se escapa entre los dedos. Como el tiempo.


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Fotos de Getaria y alrededores, mías. 2013. Este tema ha sonado tanto este verano...
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