El pantano de las mariposas, de Federico Axat

Uno lee como vive o, al menos, eso creo o quiero creer. Lee, abriéndose paso entre el bosque de este no te lo puedes perder, una historia trepidante, la emoción en estado puro, nunca volverás a ser el mismo... y llega a un pantano con Billy, Sam y Miranda. Lee y hay lecturas que arañan el rostro, otras golpean en las piernas o en el torso, hay algunas que se mecen en torno, dejando un aroma inconfundible a hojas muertas. En el bosque de lecturas es cada vez más difícil encontrar una que te deje confundido, perplejo, que haga que todo lo leído cobre un nuevo sentido tras el último párrafo.



La historia de Axat mezcla intriga, novela de aprendizaje, amistad y crecimiento, amor, ingenuidad. Unos años (los setenta, los ochenta) de proliferación de OVNIS y sociedades de amigos de lo oculto, de extraños casos de desaparición y de abduciones frecuentes. La trama principal se rodea de múltiples tramas secundarias que hacen que muchos de los personajes, en algún momento de la narración, adquieran un volumen propio, un misterio añadido. Sam y Billy, y Miranda. Amigos, un verano, un primer amor. Bicicletas, una granja en la que viven un montón de niños huérfanos, bosque, secretos, una mansión con un pasadizo para espiar y hombres diamante. Me resulta complicado contar, sin contar. La prosa de Axat te envuelve, y te atrapa, verde, fresca, liana de cuento infantil. Una casa en un árbol. Maldad. No quiero contar más. No puedo, no quiero estropear la aproximación a esta novela. Porque de eso se trata. De aproximarse, de buscar el pantano y quedarse observando las mariposas. Y, si no se tiene el valor que se precisa... hacer como que sí y seguir adelante. Siempre. 

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