Por qué no es raro fruncir el ceño y es de locos cantar cuando caminas

El otro día me sorprendieron. Lo cierto es que es peligroso cantar mientras caminas, escuchar la música a tope que sale de tus cascos y casi no mirar a las gentes con las que te cruzas. A través del velo de la música, parecen seres de otros planetas, simpáticos, incluso. La verdad es que da un poco de vergüenza que te pillen cantando a solas cuando ya vas teniendo edad, canas, arrugas, y eso. Si eres un niño o una niña, vas cantando por el parque cual caperucita roja o supermán y no pasa nada. O sí, pasa mucho. Los adultos te sonríen, haces gracia, qué divertido, qué rico. Si eres un hombre hecho o derecho (o a medio hacer, si no te gustas demasiado pasado) de lo de cantar mientras caminas a solas, ni hablamos. Quizás, silbar. Silbar es algo masculino, eso que se hace mientras uno se afeita. Pero, ¿cantar? Ni se te ocurra. A menos que seas taxista, bajito y te dé por loar al toro enamorado de la luna. En otro caso, ni lo intentes. Y si eres una mujer de tendencia solitaria, que ni se te pase por el magín. Loca, estarás completamente loca, si te pillan entonando Con solo una mirada, cual Marta Sánchez treintañera. 
Si cantar a solas rodeado de gente es un deporte de riesgo sólo aptos para desequilibrados o niños (esos locos bajitos, ya lo dijo el cantautor), no hablemos de llorar. Uno entiende que el llanto desgarrado, profundo, ha de hacerse a solas o acompañado en lo mínimo, es decir, con una persona que te vea, basta. No estoy hablando de las ceremonias de las pérdidas (ahí está comúnmente aceptado), sino de la pena diaria, monótona. Pero es que hay melancolías que se te levantan con una sinfonía, y las lágrimas acuden sin ser convocadas, las puñeteras. Pues llorar es motivo de alarma, así que si te entran ganas, busca un paraje apartado. Es un consejo. 
Lo que ocurre es que no pasa lo mismo con otras cosas. Uno, una, frunce el ceño hasta que la frente se convierte en oleaje, en dunas desérticas, hasta que haces crecer las canas un centímetro con tanto apretar. Y no pasa nada. Es normal ir con cara de vinagre por la vida, los ojos tristes (secos, eso sí) y la boca curvada hacia abajo. Pero de cantar ni hablamos. 
Pero es que, ¿cómo no cantar esta canción mientras el sol te achicharra la espalda? ¿Cómo no proclamar que alguna vez has amado desesperadamente? ¿Cómo no llamarla insensata, cómo no pensar en él, ese insensato

Es curioso. La edad adulta nos va despojando de lo espontáneo del vivir, mientras nos va cargando con preocupaciones, ceños que no se desfruncen, miradas graves. Es curioso. 


Comentarios

LECROQUANT ha dicho que…
ANTONIA: ME GUSTAN MUCHO TUS PUBLICACIONES, PUES CANTA DONDE QUIERAS, ME HACE FELIZ PENSAR QUE REALMENTE LO HACES Y SI TIENES QUE FRUNCIR EL CEÑO TAMBIÉN. PERO NO POR COSTUMBRE. INCORDIO ME RECORDÓ CIERTAS COSAS QUE PASAN EN MI PAÍS, PERO PREFERIRÍA HACÉRTELO LLEGAR POR LÍNEA PRIVADA, VERÉ SI ENCUENTRO LA FORMA. GRACIAS POR PUBLICAR.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Sigo cantando, aunque desafine, y me temo que sigo frunciendo el ceño... :) Gracias por leer y comentar, me alegro que te guste lo,que por aquí aparece... Te debo visita :)