El metro

Mi yo racional comprende que el metro es práctico, importante, insustituible. Mi yo visceral se opone con violencia. La fatiga en el metro puede casi tocarse: los semblantes exhaustos, los vestidos arrugados, los ojos bajos. Ni siquiera los que leen (se me antoja) encuentran solaz entre tanto minuto lacio. Leen el diario para entretener el tiempo, para intentar la evasión, pero es imposible. Ni siquiera a las ocho de la mañana están descansados. Próximo tren un minuto y 45 segundos. Próximo tren cuatro minutos y 33 segundos. Qué importancia tiene ese intervalo. Qué importa subir a uno u otro. Corre esa muchacha, la cartera golpeando su nalga izquierda. Corre ese hombre, la chaqueta cual capa de Supermán. Bajo la ciudad, la luz artificial aporta un halo amarillento a la tez. Los viajeros parecen fundirse con las escaleras y las rampas mecánicas. La impaciencia es espesa, como el cansancio. 
Una pareja de jóvenes se arrulla en un banco del túnel. Sus besos tienen algo de trágico, de indefinible tristeza. No pueden ser iguales que en la superficie, aquí los abrazos son despedidas. Próximo tren y hasta nunca. 
No me gusta el semblante de los viajeros del metro, me resulta amenazador, gris, sin brillo. Los cantantes del metro ejercen arrastrando sus circunstancias. Los pasajeros miran al techo. No me gusta el metro. 
Mi yo racional sabe que necesita viajar en el metro.
Pero cómo me gustaría dar un paseo bajo la luna.





Comentarios

Jésvel ha dicho que…
Dicen (me han dicho, me dijeron hace ya mucho tiempo) que hay quien ha leído solamente en el metro. Creo que una vez me dijeron que 'Guerra y Paz', para aprovechar los recorridos interminables de quien pasa horas allí dentro.

Para mí, cuando era un crío, unos 4 años o así, debió de ser una fiesta y recuerdo que, cuando yo tenía 18, hubo unos compañeros que aprovecharon su primera excursión a Madrid para disfrutar subiendo y bajando de estación en estación (que con pagar una vez tenías para toda la tarde).

No es broma, es verdad, solo que para entonces yo, que alguna que otra vez lo usaba, ya pensaba en el metro como un agotamiento que evitaba si era posible...
María Antonia Moreno ha dicho que…
No deja de ser práctico, yo no lo discuto. Pero tiene un matiz...
Gracias por compartir estas vivencias con/en el metro!