El mayor misterio

No está guardado en un pergamino antiguo, ni en la pirámide más profunda, ni siquiera en el Arca de la Alianza o en la base de datos del Pentágono. El mayor misterio lo encierran los ojos de una mujer. De esa que te acompaña hoy, sentada junto a ti, en el coche. Va mirando a través de la ventanilla cómo el paisaje se desliza. Verdes, ocres. No hay mayor misterio que la mirada de una mujer. ¿Alguien puede saber qué piensa mientras mira hacia la calle, tras las cortinas? Cuando estás leyendo, o escuchando el Barça-Madrid, ella está callada, observándote. Quizás está pensando en ti, en qué comprará para hacer la cena, en cómo le quedan los pantalones ahora que se engordó un par de kilos, o tres.
Quizás está pensando en cómo abandonarte. En cómo decirte adiós. Una mujer callada es un enigma, una mujer que habla es un interrogante. Una mujer que se asoma a una ventana es un misterio. Tal vez sólo esté pensando en la conversación del ascensor, con el vecino del cuarto. O en cómo se le notan las arrugas de expresión, junto a la boca. O en cómo pasa el tiempo y, con él, la vida. 
Una mujer que calla, una mujer que sonríe. Sus ojos. Una mirada y tú. Tú, que no puedes saber a ciencia cierta qué está pensando. Si te quiere, si te odia, si te detesta. Sus ojos líquidos, notarios de la rutina. Los tuyos que no aciertan, por más que pregunten. Un misterio.


Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Preciosa y precisa la descripción que haces de esos ojos de mujer a través de los cuales es difícil adivinar sus sentimientos y sus pensamientos. ¿Quién puede saber lo que hay tras ellos? Un abrazo muy fuerte.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Gracias, querida. Besitos.