Soy pasional hasta decir basta. Llevo días queriendo regalarme La ridícula idea de no volver a verte, porque sí, porque creo que en este momento necesito un pequeño (gran) regalo, una pequeña sonrisa de mí misma hacia mí misma. Y ayer, compré el libro de Rosa Montero. Y lo leí de un tirón.
Por supuesto que es una obra para tener al alcance de la mano y releer ciertos pasajes, ciertas reflexiones, ciertas frases que la autora ha diseminado a lo largo de más de doscientas páginas. Hay que estar fuerte, me parece. Fuerte para soportar el escozor en los ojos y en el corazón y para recordar, inevitablemente, ciertos episodios de tu propia vida.
En la guarda, o en la banderola promocional de la obra, o en la contracubierta (ahora no recuerdo) te advierten: sentirás que es un libro escrito para ti. Inevitable. Montero te habla a ti, tú eres el protagonista del libro, tú eres quién recibe sus pensamientos, sus páginas. Tú eres quién escucha cuánto quiso a Pablo, cuánto amó Marie a Pierre. Cómo lamentaron no haberles dicho más veces te quiero, no poder borrar alguna palabra áspera que ahora se antoja fuera de lugar, dicha a destiempo. Ella te pregunta, te jalea, te hace vibrar con sus recuerdos, con los de Marie Curie y convoca en ti tus propias heridas, tus propias victorias (limitadas, perecederas, humildes), tus propias desilusiones, tus propios momentos brillantes (fugaces estrellas que se apagan en la inmensidad). Es un diálogo íntimo, entre ella y tú, y en el centro, en los márgenes y en ese agujero negro que menciona una y otra vez, vemos a Marie Curie. La entendemos. La compadecemos. Nos resulta odiosa, a veces. Nos ponen nerviosos sus pequeñas miserias, tan humanas (todos las tenemos, nos lo dice Rosa sin paliativos).
Soy pasional hasta decir basta, porque ayer robé horas al sueño, a un merecido descanso (tuve un día de esos que yo llamo aprovechaos), y no dejé nada para hoy. Para esta tarde, para esta noche. Mejor así. La relectura será lenta, porque sé lo que voy a encontrar. Pero me prepararé mejor y quizás mi lectura no sea tan devastadoramente sincera.
Hay mucho en este libro que llega al alma de las cosas (o a la de los hombres, si creemos en eso), dejémoslo en la esencia. La belleza. ¿Por qué necesitamos de la belleza? Porque la vida, por sí sola, no basta, y por eso escribimos, componemos música, o una obra de teatro. Y por eso, lees este libro. Escribo de memoria estas palabras, las escribo aún subyugada por el recuerdo de la lectura (cuántas veces he escrito recuerdo..., pero es que la memoria, esa mentirosa como Montero la llama, está tan presente en La ridícula idea...), y no sé si son exactas. Pero el sentimiento sí.
Con esta obra descubres partes esenciales de Rosa Montero, desde el tatuaje de la salamandra que tiene en el brazo, hasta por qué escribe. Descubres, además, la vida de Marie Curie y cómo le afectó la muerte repentina de Pierre. Descubres los sentimientos de Rosa. Los de Marie. Pero lo mejor, lo más hermoso y lo que más te va a doler son tus partes esenciales. Esas que la obra deja al descubierto: tus dolores, tus sentimientos, tu amor o tu desamor.
Hay mucho en este libro que me conmueve, por eso es difícil elegir qué reseñar y qué no, pero no me resisto. En un momento dado, Rosa explica cómo los grandes sufrimientos, los grandes dolores no podemos explicarlos con palabras; cuando sí podemos verbalizarlos, es como si ya los hubiésemos domeñado un poco. Pero. Antes no, antes nos parece que nadie entenderá lo que nos pasa, nuestra pena, nuestra tristeza, nuestra pérdida.
Y no es un libro triste, no. Es cierto eso que la autora misma proclama: es un libro jubiloso, escrito con libertad. Hay escenas que te hacen sonreír, pero enseguida, sientes que te muerde el corazón la siguiente escena, la niña que canta bajo la higuera, el paseo en la primavera, las flores que brotan mientras tú te sientes morir. El mundo que sigue mientras tú te derrumbas y, luego, poco a poco te reinventas. Porque nunca serás, ya no, el mismo de antes.
La ridícula idea de no volver a verte será uno de esos libros que guarde cerca. Cuando sienta que nadie puede entender lo que me pasa, lo abriré al azar en busca de consuelo, de compañía, de compasión.
Comentarios
Pero es verdad, el libro deja un poso alegre e invita a disfrutar de la vida. Rosa es maga y hace magia.