Manuela escribe una redacción a la seño Isabel


¿En qué trabaja mi padre?
Redacción de Manuela López Martínez. 5º de Primaria. Lengua.

Mi padre dice que su jefe es un gran hombre. Es un gran hombre, Manuela; se ha hecho a sí mismo. Casi siempre mi padre tiene razón; es el más listo, el más alto y el más fuerte del bloque. Me gusta cuando viene del trabajo, con las botas y los pantalones de lona manchados de grasa. Parece un gigante, tan serio. Pero entonces me ve, sonríe y… es mi padre.

Mi padre se llama Manuel y trabaja en un taller mecánico, desde que era un crío, Manuela. Arregla coches y es muy listo (esto ya lo dije, pero es que lo es). Es como el médico para las personas, pero de coches. Si uno se atraganta, es que se ha obturado el carburador, si uno tose, es que se le ha roto un manguito, si uno resopla es que su dueño es un desalmado que no tiene en cuenta que el coche está mayor, Manuela. Me lo cuenta por las noches, antes de irme a dormir. Mi padre no es de leerme cuentos, pero me cuenta historias de los coches que arregla, y a mí me gusta más. Para los cuentos ya está tu madre, ¿verdad, niña mía?
Tu padre es un buen trabajador, obediente y respetuoso, que no se mete en líos. Así que a ver qué haces tú en la escuela, ¿eh, Manuela? Esto me lo cuenta mi abuela cuando le pregunto cómo es mi padre en el trabajo (es para tener otra opinión, porque la seño Isabel nos ha dicho que recabemos todas las opiniones posibles, pero a mí mi abuela no me descubre nada nuevo).
Tu padre siempre fue guapo, como lo eres tú. Y, ahora, a dormir, que ya hemos hablado bastante. Esto me lo dice mi madre cuando le pregunto cómo era mi padre de joven. Me lo dice hoy y me lo dice muchos días, así que tendré que creérmelo. Que soy guapa, porque ya veo que mi padre lo es.

Mi padre, además, casi nunca se equivoca. Tu padre quisiera ser como su jefe para que no nos faltara de nada, mi niña, dice mamá. Es un gran hombre. ¿Quién, mamá? ¿Papá?, le pregunto. Mamá se ríe y me dice que también, pero que estaba hablando del jefe de papá.
Vaya. Mamá casi siempre tiene razón.
Para terminar la redacción, tenía que ir al sitio donde trabaja mi padre. No había entrado nunca antes. Me gustó el elevador (les miramos las tripas a los coches, Manuela) y me gustaron los compañeros de papá, que iban todos vestidos con los mismos pantalones y las mismas botas, pero no son tan altos como él. Luego, mi padre me llevó de la mano (no te sueltes, Manuela. No toques nada, pórtate bien) a las oficinas. Allí conocí a una señora que olía a caramelos de menta y se llama Rosario. Y a una señora con una falda muy corta, con gafas, que se puso muy nerviosa.



Y luego, mi padre se quedó parado delante del despacho de su jefe, el gran hombre. El despacho es muy grande y no hay paredes, es como la pecera donde viven Chico y Rita (mis dos tortuguitas). El jefe de mi padre es el señor Medina, y tiene bigote y un traje de rayas. No estaba solo, estaba con una chica, pero no hablaban. Era un poco raro. De pronto, la chica le dio un tortazo. Y él ni se enfadó. Se echaron a reír y siguieron escribiendo en los ordenadores. Yo miré a mi padre. Mi padre estaba rojo, rojo, colorado como cuando le da el sol en la piscina, en agosto.

No quiero entrar, papá. Y nos fuimos.

Por la noche, pegué la oreja a la puerta de la habitación, con mi cuaderno y un bolígrafo (que ya sé que está feo hacerlo, pero es que tenía que documentar mi redacción, eso dice siempre Isabel, la seño) y apunté lo que decían papá y  mamá.
Pero entonces, ¿es una terapia? (lo tengo que buscar en el Google).
Sí… eso me explicó luego Rosario. Que el jefe se ha enganchado al Facebook (esto sí sé lo que es, pero mi padre no me deja tener) y, cada vez que entra en su perfil, ella le da un tortazo para que se centre.
¿Para que  se centre o para que se le quite la tontería?
No hables así, mujer. Es un gran hombre, inteligente. Una adicción (esto no sé bien qué es, pero me suena a algo de drogas) la tiene cualquiera.
No sé, Manuel. Tú sabrás. Pero yo creo que ese tipo se ha vuelto loco.
Anda, mujer, déjalo ya. Dame un beso. (Se escuchan ruidos…)
Ya no hablaron más, así que me metí en la cama.

Nota para Isabel:
Me han quedado algunas cosas claras y otras no las entiendo bien, Isabel. Mi padre es el más guapo, el más listo, el más alto y el más fuerte del bloque. Pero no siempre tiene razón. A mí su jefe me parece un (no se pueden poner palabrotas, ¿verdad?) imbécil (por poner esta palabra, en vez de la palabrota, ¿igual me das un +?)

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Esta redacción ficticia surgió a raíz de leer esta noticia: ¿Cómo dejar Facebook?: Contrata a una mujer para que le dé un tortazo cada vez que lo abra.  En ella, además del video de arriba, podrán ver otras seis terapias absurdas del primer mundo. Dos observaciones: una, nos aburrimos mucho. Dos,  ¿la tontería, cómo se quita?

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Ja, ja, esta Manuela es muy lista. Y está crecienco...
Jésvel ha dicho que…
Bien, me queda totalmente claro el punto de vista de la niña.

Y sí, creo que nos aburrimos más de la cuenta...
Anónimo ha dicho que…
¡Genial!
Rafa