Que una película se parezca a un libro como un huevo a una castaña (me permiten esta observación popular) es algo que no debería asombrarme. Siempre me llamó la atención que Truman Capote dejase que Holy fuese feliz. Claro que a Audrey es más difícil dejarla llorar; se parece demasiado a una niña solitaria y frágil. Perdida. Es más, Marilyn llora mejor, porque no parece hacerlo en serio (pobre. Nunca la tomaron en serio).
Por fin leí el original y comparé. Cierto que es un tema trillado, (pueden leer este artículo que lo resume a las mil maravillas) pero es que. La Holy de Capote (pensando en Marilyn) era una prostituta de altos vuelos que no escondía lo que hacía con sus amantes; la Holy de la película es una niña esquiva, generosa, a la que se le supone el oficio. A la que es fácil engañar. Ojo. La Holy de Capote también lo es, a su manera. El escritor está locamente enamorado de ella, como en la película; pero no consigue llevarse el gato al agua (ni a la chica, ni al gato. Otro dicho popular. No sé qué me ocurre hoy). Ella se marcha a Brasil, no sin antes dejar que Gato se vaya para, entre lágrimas, arrepentirse y reflexionar sobre el valor que le damos a las personas y a las cosas. Son importantes cuando las perdemos. Sí que me pertenecía. ¿Por qué le he echado de mi lado?, viene a decir Holy en las páginas de Truman. Una Holy embarazada que pierde a su hijo tras una cabalgada (imprudente) por el parque, con ese escritor que le recuerda a su hermano. La Holy de Capote es más humana, más creíble, más egoísta, más guapa, más decidida, más real. La Holy-Audrey es más princesita. Desayunen con las dos cualquier noche de este fin de semana y juzguen ustedes.
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