Argemí o el sol patagónico


Uno se da cuenta de que hay cosas de las que no puede escribir. No. 
Raúl Argemí, que combatió la última dictadura en Argentina, preso durante diez años, dos en los llamados pabellones de la muerte. Argemí, periodista en la Patagonia, en el entorno desolado y vacío, maravilloso y cruel, en los grandes espacios abiertos donde las ciruelas atrapan al sol, donde comer una tortilla frita hecha por el chacarero es como tener al astro entero en la boca. Donde el otoño se deja sentir en un cambio de viento y los perales y los manzanos son mares verdes kilométricos que compiten con el desierto ocre y áspero. Uno cae en la cuenta de que ha de vivir según qué para saber escribir sobre la tortura, la cárcel, los quilombos que tienen según qué gentes (sí, todos tenemos quilombos. Pero los hay de una manera y de otra), los trapicheos con las drogas, con las armas y con las mujeres. Uno sabe cuáles son sus limitaciones, su vida y sus obras y uno, al fin, ha de escribir y contar lo que la realidad que le ha tocado vivir le deje, le conceda o le permita. 
Leyendo a Raúl Argemí (Los muertos siempre pierden los zapatos, La última caravana) uno se siente proclive a abominar de los escritores de salón, los que se documentan exhaustivamente para hablar de la guerra, del sufrimiento, de la vejez. Pero, claro. No todos los escritores son tipos como Argemí. Si tuviesen que serlo, no habría tantos escritores... y gente como yo no cometería la osadía de intentar juntar un puñado de palabras a las que llamar historia (no ya literatura, ni se me ocurre). 

Si no es el caso ( me temo que sólo yo no me había acercado a Argemí), les animo a que lean cualquiera de sus libros (Patagonia, chu, chu, Retrato de familia con muerta...). Una de las cosas que tiene el no saberlo todo (por fortuna) es la sorpresa. Argemí es mi última sorpresa.




Argemí, que ahora vive en Barcelona, parece no dejar de habitar la Patagonia. El sol patagónico y el bien, y el mal. Lo peor y lo mejor, la amistad, la lealtad, el vértigo del combate, la traición, el riesgo. La nostalgia de un amor nuevo y de una muerte digna de un guerrillero. Los desheredados, los pobres, los malditos. No dejen de leerlo, si es que no lo han hecho ya. 





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Las imágenes están tomadas de Internet, esta última de http://que-leer.com/wp-content/uploads/2009/02/raul_argemi.jpg
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Comentarios

Jésvel ha dicho que…
Me gusta seguir tus recomendaciones lectoras. Pero veo con estupor (no sé yo si he acertado con esta palabreja... ) que los únicos libros de Argemí en la biblioteca peñarandina están en la sección infantil... No sé, quizás "me tire a la piscina" igualmente, en Salamanca aprendí con Teresa Corchete que la "literatura infantil" no tiene por qué ser "para niños".

Gracias por la recomendación.
María Antonia Moreno ha dicho que…
A Argemí lo descubrí en la Casa de las Conchas... y sí, sé que en Peñaranda hay libros en la infantil, pero no he leído ninguno. Tiene que ser interesante descubrir esa faceta al escritor argentino. Suscribo la opinión de Teresa, por supuesto. Y gracias a ti!!!