Carretera y manta

Cuando un viaje es inesperado, obligatorio e ineludible, no hay más remedio que arrostrar y arrastrar inconvenientes, componer tu mejor sonrisa y prepararte para... lo mejor. De vez en cuando, descubres paisajes, miradas; un conversador al que escucharías durante horas... no por lo que sabe, sino por cómo relaciona un color, un aroma, una anécdota con el ahora. Qué difícil encontrar un conversador así. 
Y escuchar la leyenda de amor de Inés de Castro y el infante Pedro. El amor y la muerte. Dejarte llevar por la música, por las encinas, por las nubes que dejas atrás o que te dejan adelantarlas; llegar a una ciudad desconocida y quedarte mirando a una muchacha vestida de rojo.


Comer una de las formas en las que el bacalao se ofrece. Caen las hojas, pero hace calor, qué paradoja. Y creer, soñar, querer... que nada se pierde, todo se transforma.




 Un tiempo para la alegría. A pesar. De todo.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Así que has estado en la Quinta das Lagrimas... Lugar muy evocador. Espero que hayas disfrutado mucho de los paisajes, el arte y la gastronomía de nuestros vecinos. Un abrazo.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Fue un viaje relàmpago, obligatorio, aún así, siempre es buen momento para ir a Portugal. Y luego, si vas con el corazón y los ojos abiertos... Un disfrute, sin duda. Un beso.