¿Recuperar el amor?

Hace años que se publicó el reportaje El amor murió en la selva, texto que enlazo y comento ahora porque hace unos días se me despertó el interés por escribir sobre el tema. La periodista reflexiona y da cuenta de lo que ocurre en los secuestros largos con las relaciones afectivas; unido al paso de los días, la lejanía del otro o de la otra, el cambio de prioridades (cuando se está en peligro de muerte todo lo demás es secundario), junto con los celos, las inseguridades, los rumores... hace que los reencuentros tras un largo secuestro (si se tiene la suerte de que se produzcan) traigan aparejados separaciones, divorcios, terribles distanciamientos. Debe ser casi como si se produjese otro secuestro, más definitivo y horrible. La persona que llevaron a la selva está delante de ti, aún la reconoces físicamente, aunque tenga más canas, más arrugas, aunque su rostro se haya afilado y su silueta se asemeje a un huso. Es él, o es ella; pero no. No son los mismos, ya no lo serán nunca. Se perdieron en la selva, junto a sus secuestradores. Ellos murieron, aunque estén vivos y hablen, y hasta puedan sonreír, y veas cómo lloran. Murieron, junto con el amor de una relación que ya no tiene sentido, pues la otra parte tampoco es la misma. En los años de alejamiento forzoso, los que se quedaron en la ciudad, en el pueblo, que siguieron llevando los niños al colegio, yendo a trabajar, atendiendo a la prensa, y, tal vez, concedieron un par de entrevistas para un programa en prime time, de máxima audiencia. Se manifestaron, se reunieron con otros seres humanos que padecieron o padecen su misma desgracia. Pero el desgaste de las noches en blanco, la soledad impuesta, el desasosiego de los años pasaron factura y su amor se fue apagando entre las paredes de la casa que compartieron con aquel o aquella que vivió tanto tiempo en la selva junto con sus verdugos. 
Últimamente, el cine que más me gusta ver son las pelis que emiten todos los jueves por la noche, en la 1. Clásicos TVE, se denomina el espacio: lo de ver los largos en la tele sin anuncios tiene su parte de gracia, y las películas son maravillosas. La semana pasada emitieron Dos cabalgan juntos, y volví a acordarme de este artículo que arriba comento. Esta vez son indios que secuestran a niños y niñas, los llevan a sus campamentos y los casan, los asimilan, los educan como a miembros de la tribu. Luego, claro, los familiares en cuestión anhelan recuperarlos, desean que vuelvan, son su obsesión. No aciertan a continuar con sus vidas sin recuperar a la niña rubia, al chico travieso. No caen en la cuenta que ya no existen, que son otros. Que al recuperarlos, los están secuestrando de nuevo, que lo que intentan hacer es malvado, mezquino, egoísta. Que no tiene nada que ver con el amor. (Por supuesto, en el filme no hablan de lo contrario, de los crímenes, del genocidio perpretado por el hombre blanco, del robo de las tierras a sus dueños naturales. De las evangelizaciones forzosas. Secuestros crueles, todos).


Este diálogo sobre amor y dinero entre James Stewart y Richard Widmark, genial. 

Comentarios

Mar Horno ha dicho que…
Me ha gustado hoy mucho el tema que has traído hoy y tus reflexiones. La vida sigue a pesar del trauma, y el ser humano intenta sobrevivir, se rehace, levanta de nuevo la cabeza y aunque lo desee con toda su alma, jamás volverá atrás, jamás volverá a ser el que fue. Dramático sí, pero humano. Un beso MªAntonia, buen fin de semana.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Mar,con tu comentario has terminado de redondear la reflexión. Buen domingo para ti, un beso