Estamos tan hechos para contar historias...

El director iraní, en su encierro. Fotograma de su película.
La frase no es mía, me la he apropiado como nos apropiamos los versos que nos gustan, el amarillo limón de un vestido olvidado o el sabor de vainilla del helado, que parece tuyo y es de todos. Antonio Muñoz Molina lo dice y ya no caben más explicaciones, ni más rodeos. El artículo en cuestión se titula Oficio de contar y en él, Muñoz Molina esboza esta necesidad humana a la par que contextualiza el drama del director de cine iraní Jafar Panahi: censurado, encarcelado y amordazado y que, sin embargo, consigue hacer una película. Una película sobre cómo no puede hacer la película que quiere hacer. Es Esta no es una película.
El artículo de Muñoz Molina y la película de Panahi nos dejan ante esta verdad desnuda: el ser humano está hecho para contar historias, y esto, amén de ser un don, una necesidad y en algunos casos, un arte, es una maldición. 
Una maldición de la que no es fácil sustraerse. Contamos historias cuando recreamos aquel plantón bajo el reloj. Cuando hacemos una muesca en un árbol, cuando tomamos una foto, cuando grabamos en vídeo cualquier escena cotidiana, una escena que queremos conservar para contarla, más tarde. A unos pobres despistados o a nosotros mismos. 
Está en nosotros, necesitamos contar, contarnos, escuchar otras historias que nos llevan a la nuestra o a la que quisiéramos vivir. 
Dice el de Úbeda: Estamos tan hechos para contar historias que en cuanto nos dormimos lo primero que hacemos es empezar a segregarlas. Pues eso...

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Fotografía: fotograma de Esta no es una película, tomada del artículo de Antonio Muñoz Molina, El País, 10 de marzo de 2012: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/07/actualidad/1331123175_099339.html

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