Tú también te has dado cuenta

¿Un café con risas?

La escena trascurre en una cafetería cualquiera. Tres mujeres hacen un breve descanso a mitad de la mañana. Los minutos transcurren como un oasis en medio de un desierto, y, a veces, las mujeres hablan de lo que pasa en la actualidad política del país (pero qué cansancio), otras, comentan lo guapa que está la presentadora del programa matinal de la tele (da un poco de asco, la verdad. La belleza tan perfecta de la presentadora de turno. Sea la morena o la rubia) y otras, hablan de todo un poco, de una receta de cocina, de una serie televisiva o de una anécdota vivida en las horas que pasan trabajando Porque las tres mujeres comparten horas y trabajo. Dos de ellas suelen tomar café con leche y jamón serrano. La otra, no. A veces, té con leche. A veces, cocacola; si está fría, sin hielo. Pero siempre, sin calorías. Y jamón, si es que tiene buena pinta. El caso es que llega la hora crítica. El instante.

El momento de retribuir los servicios prestados.

De pagar el sitio, el café, el pincho y el agua para el té.

Ella siempre argumenta que es despistada, pero no roñosa, ni rata. Pero.

Ya pago yo, dice airosa, mientras se lleva el billete que una enarbola (si no tiene suelto, que se aguante, debe pensar). Y las otras, la miran. Ya lo vuelve a hacer, se dicen. Decidida, se acerca a la barra, y desenvuelta, como si el dinero no fuese suyo (efectivamente) tiende al camarero los euros en papel moneda cual papeleta premiada de un sorteo.

Cuando regresa a la mesa, guardándose el cambio, observa. Miradas escépticas. Una que enarca las cejas, con el billetero en la mano, aguardando. La otra, que sofoca la sonrisa. Y entonces, cae en la cuenta (en la cuenta de que se ha despistado, en la cuenta de que la han pillado, vaya usted a saber) . Huy. Que no he pagado lo mío... Y ríendo, suelta: Tú también te has dado cuenta, ¿no?

Una escena digna de un viernes noche frente a la tele. Ahí queda, por si José Mota necesita más inspiración...