Azares

Hay quien lo llama destino, predestinación, augurio. Hay quien piensa en el azar, en la bendita o maldita suerte. Lo cierto es que subir unas escaleras, doblar una esquina, entrar en una biblioteca, pasar la tarde en el cine, avisar de tu llegada a la ciudad... o bajar la calle, continuar recto, quedarte en casa, tomar un café en aquella cafetería de espejos sin azogue... ¿por qué elegimos un camino y no otro? ¿Por qué el encuentro con alguien que nos recuerda a otro ha de marcarnos la vida? ¿Y si no hubiésemos reparado en su mirada? ¿Y si no hubiésemos entrado jamás en aquel bar? ¿Es que no le hubiésemos conocido? 
La vida va enredándonos entre las urdimbres de sus encuentros y desencuentros, en la elección de un color, de una película, de una sonrisa que va dirigida a una persona y que recoge otra. Y eso, cambia el cuento. La historia. La vida. 
El azar, la suerte, la maldita o bendita suerte. Los azares de cada cuál, que también intervienen en nuestros azares. Esa caricia que nunca llegó a darse. Esa palabra que no escuchamos, aquella otra que sí. Esa parada de autobús que se quedó vacía antes de tiempo. Ese cruce de miradas que no llegó a ser pero, y si hubiera sido. 



Comentarios

Jésvel ha dicho que…
Misterioso, ¿verdad? Preferimos creer que dirigimos nuestra vida, sin embargo todo es contingente...

Yo creo, como Cicerón, que no es lo que sabemos, sino el azar lo que rige nuestra vida.

Saludos.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Sí, y eso tiene una gran dosis de misterio, Jésvel...

Saludos!