Aún no sé por qué, 6 y FIN...


Oportunidad huidiza
No sucede nada de eso, sin embargo. Las cosas son más prácticas y la vida, también. La puerta de la cafetería se abre y sale el camarero, moreno y bien formado. Saluda al escritor por su nombre de pila y éste, responde azorado porque sabe que el momento pasó, quebrado por la indecisión. Ella se da la vuelta y espera, aguarda. Como si él fuese su capitán y ella, su fragata. Él entra en la cafetería y se emplaza bajo el poema del viejo poeta, junto a la barra, esperando que ésta sea la batalla final, el inicio de una tregua. Ella está en la calle y le mira a través de los cristales. Sabe que él espera. Pero ella no cree que sus mundos puedan encontrarse algún día.
Fue la última vez.
Ha pasado tiempo y los álamos se han vestido mientras que ella ha desnudado sus piernas y las luce, morenas, con un vestido rojo estampado de pequeños abanicos. Guardó la boina gris y el abrigo marrón para otro invierno, contó dinero a oscuras en su apartamento, observó a las cigüeñas emparejarse y al sol ocultarse tras las Catedrales, cruzó la Plaza y vio a las chicas arreboladas de calor y vida, olió el aroma a calamares y a pan recién hecho, y envejeció un poco más, como el hombre.
Ha pasado tiempo y él ha publicado su novela, otra más, que ha recibido muy buenas críticas. La ciudad a la que ha vuelto está vacía, porque todos se han ido en busca de otras plazas, otras calles. No ha vuelto a escuchar su taconeo rítmico, ni ha vuelto a sentir su presencia de hada protectora. Ha visto mañanas y noches, vendedores de globos, mujeres y hombres,  ha firmado pilas de libros y ha hablado sobre personajes, argumentos e inspiración. Ha guardado su chaquetón azul y sus zapatos negros para otro invierno y ha envejecido un poco más, como la mujer.
Pasan las estaciones
Hoy es una mañana cualquiera y ella está en el apartamento, la soledad matándola de a poco. Entonces, llaman a la puerta y ella teme que sea un cliente. Pero no. Es el cartero, que le trae un envío y que la mira, cínico. Ella no hace caso, y toma el paquete, nerviosa, es el primero que recibe y no sabe si será una equivocación, o si aún hay alguien en su vida que quiere dar sin pedir. Firma el papel de entrega y cierra la puerta,  apresurada. Se sienta ante la mesa de la cocina y observa el paquete, lo acaricia, lee quién lo envía, no lo puede creer. Por fin y tras mucho rato, lo abre.
Tiene en sus manos una historia. Se titula Aún no sé por qué, y comienza así: La mujer se acercó a la puerta del hotel y él salió.
Fin del relato... fotos de María Antonia Moreno

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Este relato es muy cinematográfico. He ido leyendo las entregas y "viendo" las sucesivas escenas. Tiene mucho de romántico, de ese romanticismo que tienen las oportunidades perdidas, ese instante en que pudo haber cambiado la vida para siempre y pasa sin que nada cambie, esa melancolía que queda después... Te felicito por este relato, mª antonia, me ha parecido muy bueno. Un abrazo muy fuerte.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Gracias, Isabel por estar ahí, pese a mi inconstancia. Es un relato que tenía escrito hacía mucho y al que tengo especial cariño, así que me alegro doblemente de que te guste.
Otro abrazo para ti