Aún no sé por qué, 1


Durmiendo
La mujer se acercó a la puerta del hotel y él salió. No se miraron. Ella llevaba un abrigo marrón oscuro, una boina gris y caminaba encaramada a unos tacones de diez centímetros. El abrigo apenas cubría sus piernas, vestidas con medias de costura, negras y transparentes. 



Agazapadas
No se miraron. Él llevaba un recio chaquetón de paño, los zapatos negros como los hubiese limpiado un soldado en día de permiso, las uñas cuadradas y cortas, el pelo cortado según el reglamento. 



 
Caminito
 No se miraron. Caminaron a una prudente distancia;  ella, las manos enfundadas en los bolsillos de su abrigo largo, las solapas levantadas, balanceándose como barco joven en la mar; él delante, como un militar apurado, las manos dentro de los fondillos del chaquetón de marino. No era la primera vez.
El Puente Romano seguía allí, como antes, como siempre. Había helado durante la noche y el pretil había amanecido pintado en blanco brillante. 

Es el inicio de un relato, un poco largo, ambientado en Salamanca. Espero que os guste :-)
Fotos de Mª. Antonia Moreno

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Un comienzo muy interesante y prometedor, mª antonia. Lo seguiré con mucho interés. Un abrazo.
Xibe ha dicho que…
¡Nos ponemos en marcha!
Me imagino al personaje masculino con los rasgos de Daniel Craig, pero en moreno :)
Abrazos