Acabo de terminar la última novela de Rivas. Y qué decir. He estado dejándome azotar por el viento del norte. He asistido a naufragios de hombres. He sentido el silencio, que puede ser amigo, que puede ser cómplice. He visto las grandes mansiones de los capos y he comprobado cómo atan las bajas pasiones. He atisbado la negrura que hay dentro del ser humano y he alcanzado a observar el punto de fuga, la luz que se cuela a través del cucurucho del techo y nos recuerda que todo perece, hasta los más bellos sentimientos e ideales. He paseado por Galicia frente al mar quieto y peligroso.
Lo he pasado estupendamente con la última novela de Rivas.
Sólo un detalle. Casi terminando la obra, por la página ciento y pico o así, este diálogo entre el poli Malpica y la atractiva poli Mara:
—Estoy pasmado. Impresiona mucho trabajar con alguien que hizo su tesis sobre Las expresiones post mortem en humanos y animales.
—El catedrático me aconsejó que la hiciese sobre post mortem auctoris. La duración de los derechos de autor después de su muerte. Van a ser los pleitos del futuro.
Sobre todo cuando dominen el mundo esos maravillosos cacharros que acabarán con los libros de papel. Pero yo preferí competir con Darwin (...).
Bien, como lectora me he sentido perpleja. Incomprensiblemente asombrada. Porque yo, como lectora, volteo páginas blancas que me salpican cual espuma de la Costa da Morte. A veces, visito blogs en los que se están gestando novelas y cuentos y relatos (ya hablaré otro día con más detenimiento de Isabel Barceló, o de Xibeliuss, o de Alicia, o…). Y otras muchas veces, leo libros electrónicos (comprados en librerías) a través de un dispositivo de lectura electrónica (la RAE ya admitió libro electrónico para los dos, pero resulta un poco lioso). Cierto que me gustaría que fuesen muchos más (hay lo que hay y el precio es el precio). Pero yo me pregunto si el señor Rivas sabe que sus libros también son leídos en esos cacharros maravillosos. No lo sé.
Lo importante es leer. Y siempre necesitaremos de historias maravillosas. Y de escritores que nos las cuenten. Hace siglos el libro (sí, el de toda la vida, el de papel) parecía cosa del demonio. Y ahora podemos seguir la gestación de una maravillosa novela en internet. Una cosa no está reñida con la otra, o no debiera. Y, creo yo, a mi entender… los escritores necesitarán siempre lectores. Lectores que lean sus obras donde mejor les venga en gana.
La imagen de la portada y una fantástica reseña para leer en Libros y Literatura.es.
Comentarios
Los libros de Rivas se venden en formato electrónico...
;-)
Saludos!
Gracias, Mª Antonia: un abrazo
Un abrazo
Un beso
María Antonia