En la cubierta de un barco


 Elijo historias para mis vacaciones como quien escoge color para alegrar las blancas paredes del salón. Una buena novela me hace olvidar que desde los ventanales de la habitación hay una estupenda panorámica del aparcamiento; me hace ser indulgente con las asperezas de una camarera (pobre, tendrá un mal jueves); y hasta vuelve variada y sabrosa la insípida comida de bufet. Son los salvavidas de mi viaje organizado. Y, como tal, al igual que miro en los folletos de las agencias siluetas de hoteles, de piscinas y de terrazas, selecciono el argumento, el personaje, las tramas y, lo más importante, el lugar donde trascurre la acción. La felicidad es que éste coincida con el destino de mi viaje.
Hay algunos lugares y muchas novelas. Recuerdo, en especial, uno y otra. Fue un verano; hacía un calor de mil demonios y el alojamiento no era, precisamente, paradisíaco. La costa revelaba pliegues abruptos y cortados rugosos; el horizonte se resolvía en azules descarnados dibujados con luz mediterránea. Una tarde, en una pequeña cala y bajo una sombrilla, me atrincheré con la nevera portátil y el bronceador con aromas a Caribe artificial; saqué la carta náutica (que era esférica) y me dispuse a trazar mi derrota.
Hora tras hora, bordeé aquel litoral arisco, sorteando problemas y dificultades, enamorándome junto con el protagonista, que no sé bien si es que era demasiado fatalista, o tonto (como lo son los enamorados) o ambas cosas. Entonces, él, (marino de profesión) comienza a evocar a una mujer leyendo en la cubierta de un barco. Seria, absorta, parece poseer un secreto ancestral. Es terriblemente hermosa (no hay que hacer demasiado caso, el personaje tiene su intríngulis)… En ese instante, icé mi mirada que fue a posarse, caprichosa, en un pedazo de mar bordado de estelas. Y casi puedo jurar, que, en un maltratado falucho, vi sus ojos navegando en pos de los míos.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Sí, eras tú, seguro. Y él te amaba. Sospecho que te ama aún, aunque hayas abandonado ya la cubierta del barco y hayas cerrado el libro. Hay instantes y sentimientos que no se pueden olvidar.
Un abrazo muy fuerte y feliz año.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Gracias, Isabel. Feliz año para ti también :-)
Un montón de besos