Cuaderno de viaje. De playas calmas

La sed puede calmarse con un sorbo de mar. Hay playas blancas como los primeros besos y las risas de los niños. Hay playas negras que se quemaron como las ilusiones perdidas y los años que ya no vuelven: golondrinas que no tienen dónde regresar (derribaron sus nidos de los aleros). Ahí es fácil que la nube negra del enfado te sobrevuele.
Puedes tropezar con una extensión ilimitada de arena y castillos con príncipes y princesas vestidos para bañarse. El agua queda lejos y casi inalcanzable. Tumbonas, ardor en las plantas de los pies y un rumor fresco de ola como una promesa.

Hay calas piratas que llevan nombre de pájaro tropical: Papagayo. Las aguas son verde esmeralda, se rodean de rocas y las habitan sirenas ya mayores, rubias y de pechos imposibles. Alguna que otra chiquilla que apunta maneras se dora la piel enamorada de sí misma y se acaricia, se peina y se recuesta cuidando el efecto, estrella de una peli de Hollywood. Te asombra el no encontrar palmeras, ni sombrillas de teca, ni a Sinatra con traje de lino.

Las playas tienen curiosas denominaciones. Me gusta mucho Playa de las Mujeres. Es un amplio arenal en el que van a morir las olas que no encuentran el camino de vuelta.

Y está el Caletón Blanco, que es una piscina caliente rodeada de lava negra y arena gruesa y, curiosamente, blanca. Ahí se remojan niños y no tan niños mirando a los riscos mientras la piel se cuartea con la sal.

Hay ensenadas con nombres que inducen a la risa, Pocillos, Matagorda, Golfo. Hay playas domesticadas y playas que siguen salvajes pese a todo. Pese a los cubos y las palas, el aceite bronceador, el bocadillo de tortilla y los paseos de un extremo a otro de enérgicas mujeres que empuñan botellas de agua para defenderse del calor y sus rigores.

En cualquier caso, una playa puede ser un buen refugio cuando el mar se enoja y los inconvenientes de la vida te alcanzan.




Fotos de María Antonia Moreno, música del maestro.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Qué hermosa crónica, mª antonia. Me gustaría bañarme en alguna de esas playas... Un abrazo muy fuerte.