Mujer de armas tomar, 7

Así que ahí estaba Juanillo, Juan, viviendo en el limbo de los inocentes, sin tener ni idea meridiana de lo que estaba ocurriendo y ahí tenemos a don Andrés, preocupado, sin poder dormir, ni casi comer que lo miraba de reojo y dudaba de si hacerle partícipe de sus cuitas. Déjalo, déjalo. Que como no me hagan caso los de la Dirección General, nos vamos a enterar. Él y yo.
Si acaso, Juan estaba un poco meditabundo pues la morena no daba señales, ni de vida, ni de revuelo de faldas, y él, que está un poco verde en esto del amor (o llámalo X) se siente inseguro, angustiado, el cuello de la camisa le baila y por las noches silba la banda sonora de Dos hombres y un destino mientras en el rostro se le marca una sonrisa boba y fatal a un tiempo.
Pasaron dos o tres días como barquichuelas en un mar de zozobras. Don Andrés, sumido en un oceáno de temores. Juanillo, en un charquito de inseguridad.
Y llegó una nueva carta. De la Dirección General.
Resumiendo, de lo propuesto por don Andrés, nada de nada, rien de rien, nothing. Y que ya estábamos, ¿dónde estaban él y sus responsabilidades? Etcétera, etcétera, etcétera. Las pelas eran las pelas y ahí no había más hueco para zarandajas ni monsergas. El empleado don Juan Alonso Marcial del Monte tenía que pagar, rápido y sin protestas. Y en el expediente constaría esta falta de atención en el trabajo. Y nada de irse de rositas ni pensar que el disloque no le afectaría a él, a don Andrés. Ya hablarían con más calma. Que un banco es un negocio y no una hermanita de la caridad.
Don Andrés montó en cólera y cogió el teléfono.

Comentarios

Xibeliuss ha dicho que…
Gran detalle el de "Dos hombres y un destino", jejeje
Abrazos.
María Antonia Moreno ha dicho que…
El destino, no se sabe aún si serán las cien mil del ala...

Un abrazo, Xibeliuss
Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Desde luego que el banco es un negocio ¡y de los buenos! Besitos.