Mujer de armas tomar, 6

Así que don Andrés se puso manos a la obra o a la máquina, tanto da. Le costó dios, mefistófeles y ayuda, pues no sabía cómo explicar a la Dirección General la conveniencia de que el banco fuese el que asumiese el descubierto y no Juanillo; porque había un departamento que a él le parecía idóneo para el caso y hasta justo y necesario, nada más y nada menos que el Departamento de Ganancias y Pérdidas, y si existía (como era público y notorio) pues era para casos como éste.
Claro que no podía alegar causas del todo ciertas (a saber, que Juanillo estaba pendiente del escote y que no revisó los teletipos, que él estaba tan pendiente de la conversación y de mirar lo que estaba mirando Juanillo que no cayó en la cuenta de que la segunda visita de la morena era sospechosa a más no poder y a más perder; que él tenía que haber estado avisado, leñe, que ya tenía edad y camino recorrido; que se quedó como un pipiolo, como un mozalbete que hubiese llegado a la gran ciudad y se hubiera quedado pasmado viendo los edificios altos, con el cuello tieso y los ojos estrábicos).
En vez de ello, contó dos o tres mentiras piadosas o verdades maquilladas, basadas (eso sí) en hechos reales. Hechos que no habían ocurrido el día de autos, pero sí otros días, en otras horas en que la oficina estaba atestada de ganaderos y agricultores y Juanillo atendía al teléfono y comprobaba teletipos mientras atendía el mostrador, sin caer, ni una sola vez, en la tentación de recrearse en el escote de alguna matrona, esposa de agricultor, que los jueves acompañaba al marido al mercado de la semana.
Eran hechos acaecidos en otras semanas, en otros tiempos, pero él, don Andrés, lo había visto, lo había elogiado y, como había mar aunque en esa tierra de secano pareciese una metáfora, estaba dispuesto a jurarlo y mantener su palabra; y hasta firmarla de su puño y letra, pues no podía dejar que Juan buscara el dinero vaya usted a saber dónde, ni estaba por la labor de ponerlo en antecedentes hasta que la Dirección General vía Departamento de Ganancias y Pérdidas resolviese a su favor. Entonces, sí. Entonces, le cogería del cuello y le diría, a la próxima, te lo corto. Tú verás, Juanillo.

Comentarios

Xibeliuss ha dicho que…
Un gesto que le honra
Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Estoy admirada con la historia y, dentro de ella, el papel del director del banco. ¡Es un bendito, de los que ya no quedan! Otro habría hecho recaer las culpas sobre el Juan el cajero sin el menor escrúpulo. Se nota que es un banco de pueblo y ahí los bancarios no son tan desalmados... Me encanta esta serie. Muchos besos.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Eso pienso, Xibeliuss
Un abrazo
María Antonia Moreno ha dicho que…
Un secreto: es mi personaje preferido, un director de banco con corazón, que se preocupa por la gente.
Un beso, Isabel. Gracias por seguir esta y otras historias
alicia ha dicho que…
Veo que en mi ausencia, esta mujer de armas tomar ha traido mucha cola. Me pongo al día poco a poco para saborear el final con contundencia. Un beso