El sol prendido en instantes.
Érase que se era una niña rubia, con todo el sol iluminándole el rostro. De pronto, el astro se puso en cuclillas cayendo en un relámpago y abrazó a la niña que sintió calor por dentro y chispas y regocijo.
En el último peldaño de la escalera una pareja se besa y el fogonazo del sol inmortaliza el encuentro. Tras ellos, el lienzo pétreo de siglos aparece rosáceo y apetecible, como una merienda inesperada.
La vendedora de flores acaricia los pétalos de la margarita blanca y la estrella estalla, vuela cual diente de león atolondrado.
El sol se adhiere a las palabras de la escritora gallega, palabras como helado de limón refrescante que iluminan y consuelan.
Y el espectador se asombra. Es que hay tanto sol prendido en los detalles.
Érase que se era una niña rubia, con todo el sol iluminándole el rostro. De pronto, el astro se puso en cuclillas cayendo en un relámpago y abrazó a la niña que sintió calor por dentro y chispas y regocijo.
En el último peldaño de la escalera una pareja se besa y el fogonazo del sol inmortaliza el encuentro. Tras ellos, el lienzo pétreo de siglos aparece rosáceo y apetecible, como una merienda inesperada.
La vendedora de flores acaricia los pétalos de la margarita blanca y la estrella estalla, vuela cual diente de león atolondrado.
El sol se adhiere a las palabras de la escritora gallega, palabras como helado de limón refrescante que iluminan y consuelan.
Y el espectador se asombra. Es que hay tanto sol prendido en los detalles.
Comentarios
Un abrazo, Mª Antonia
Un abrazo, querida amiga
Guiomar