Una mujer, 4

La sombra pertenece a un chico alto y moreno y la ira que le chisporrotea en los ojos compite con el fuego que alienta su cigarrillo. Inesperadamente, Lorena mira más allá de nuestra mujer y ve al chico. Su rostro duda entre la risa, la sorpresa y la constatación. Nuestra mujer se voltea para observar a este nuevo personaje. Pongamos que se llama, Rodrigo.
Rodrigo tira el cigarrillo a medio fumar al suelo, y comienza a andar, zancada larga, porque es un chico muy alto. Lorena es bajita, vaya, este es algo más que un amigo.
Rodrigo la rebasa y se acerca al grupo, hola tíos, musita. Lorena le mira, casi esperanzada. El la agarra de los hombros y la insulta. ¿Qué haces aquí con estos tíos, puta? Eva y Martina se quedan paradas, sin saber qué decir. Los otros miran al suelo, como si estuviesen buscando sus pantalones, pues parece que definitivamente los perdieron. Lorena intenta hablar, no te pongas así, estábamos hablando, yo… ¡No me cuentes historias, tía! ¿Por qué te has vestido así? ¡Como una zorra! No quiero verte nunca más, eres basura. Y le da un empujón y Lorena cae al suelo, con los ojos llenos de tristeza verde.
El fantasmón de Mateo se pira, no quiere rollos. Los otros se quedan, Eva y Martina consuelan a Lorena que no quiere levantarse del suelo, no. Javi y Jesús intentan convencerla, y pasados unos minutos lentos, en los que nuestra mujer no sabe adónde mirar, la sonrisa congelada en el rostro, la niña se levanta y se sacude el pelo que se le ha llenado de colillas y de suciedad pegajosa, tendré que lavármelo un poco, me he puesto perdida la falda, qué pintas llevo. Entran todos al bar, quizás para ayudarla en la tarea y nuestra mujer se marcha.

Pero ese no es el epílogo.

Comentarios

Xibeliuss ha dicho que…
¡Me precipité!
Ahora queda un sabor amargo...
María Antonia Moreno ha dicho que…
Bueno... esto aún no ha acabado...

Saludos, Xibeliuss!