Simplemente, hombres

Estaba oscuro, tenía frío y ganas de dormir; se había hecho pis y quería que su madre lo acunara entre sus brazos cantándole esa canción que habla de los niños buenos. Quería salir a la calle, calentarse bajo el sol, olvidar aquel ruido tan fuerte. A intervalos llamaba a papá y a mamá y escuchaba murmullos y suspiros, como de bebé con hambre. No supo cuánto tiempo pasó porque era tan niño que no sabía contar las horas a oscuras y bajo los escombros; fueron 48, muchas para estar tan solo. Entonces se movieron unas piedras y una le golpeó en la mano, y la tierra se desplazó de nuevo. Ahora sí escuchó unas voces que se acercaban y unas luces pequeñitas le iluminaron; parecían estrellas que se hubieran caído del cielo. Un grupo extraño de hombres le rodeó, uno de ellos le habló dulcemente mientras lo salvaba de la oscuridad. El hombre le abrazó y él se sintió un poco mejor, pero adónde se habían ido todos; su casa, su padre, su madre...
Y un instante después, el sol de mediodía se balancea en los brazos tendidos de su madre... y comienza a escuchar una canción...

Comentarios

alicia ha dicho que…
Qué tristeza Haití..! Como he leído por ahí "del desastre a la hecatombe". Cuánto dolor y cuánta indolencia