Una abeja, 1

Se habló mucho tiempo del suceso. Para algunos fue simpático ver al señor Alcalde, de traje marino y corbata gris, llegar atropellado, atropellando y atropellándose. Lo hizo justo cuando las campanas de la iglesia anunciaban la misa de las 12. Lo cierto es que parecía algo insólito que el edil acudiese de tal guisa (y no nos referimos al terno y al pantalón). Nadie sabía de su afición a la bici de montaña, y menos de ese gusto por montar en el velocípedo con traje y no con chándal o maillot. Es que el señor Alcalde es un hombre elegante, y lo es, en todas las circunstancias; apostilló Elvira, la panadera. No sé qué decirte, le respondió Maruja, la dueña del mesón. A mí me parece una horterada, Elvirita.

Comentarios

alicia ha dicho que…
¿Un comienzo...? ¿Continuará?