Es el sonido mítico del cuerno en el valle. El estruendo del mar que golpea la roca. Es la caricia del grano en la criba, que baila y murmura. Es la mesa de madera que es golpeada con caricias y, de pronto, una canción. Es la aceitera desfondada y con agujeros que se convierte en la flauta interpretada por un moro de otro tiempo. Es la zambomba que desprende quejidos como brisa de mayo. Es una voz profunda y cálida que viene de la tierra. Es una voz clara y dulce, de mujer que va a ser madre. Es un repiqueteo de lata, bastón, pataleo, palmada, clamores, tambores y sueños. Es el folklore mestizo, más puro, más antiguo, más actual. Es... Mayalde.
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