Leo El río de la luz, de Javier Reverte. Y es como si ya tuviera mi cedazo y mi batea preparados.
Me gusta el autor cuando viaja y lo cuenta. Los libros sobre sus viajes son mágicos, hacen que un ama de casa cualquiera descienda por los rápidos del Yukon en canoa, que entrevea la cabaña de Jack London en una isla boscosa, que se juegue los cuartos con el pistolero que atemoriza a Dawson City, que se beba un whisky infernal mientras escucha historias y toca el pianista y una corista canta y baila.
Es un gusto leer a Javier Reverte mientras piensas que hubo hombres indómitos que no se doblegaron a la vida normal, que siempre se estaban yendo porque les era más fácil irse.
También hoy existen. Goytisolo escribe sus artículos con un bolígrafo y no utiliza Internet. Javier Reverte se sube a una canoa, se pone un chaleco salvavidas y, a sus 62 años, acampa a las orillas del río de la luz, en un viaje entre Alaska y Canadá, tras las huellas de los buscadores de oro.
Leo a Javier Reverte mientras escucho a Norah Jones. Sutil combinación para las almas sedentarias sedientas de aventuras.
Me gusta el autor cuando viaja y lo cuenta. Los libros sobre sus viajes son mágicos, hacen que un ama de casa cualquiera descienda por los rápidos del Yukon en canoa, que entrevea la cabaña de Jack London en una isla boscosa, que se juegue los cuartos con el pistolero que atemoriza a Dawson City, que se beba un whisky infernal mientras escucha historias y toca el pianista y una corista canta y baila.
Es un gusto leer a Javier Reverte mientras piensas que hubo hombres indómitos que no se doblegaron a la vida normal, que siempre se estaban yendo porque les era más fácil irse.
También hoy existen. Goytisolo escribe sus artículos con un bolígrafo y no utiliza Internet. Javier Reverte se sube a una canoa, se pone un chaleco salvavidas y, a sus 62 años, acampa a las orillas del río de la luz, en un viaje entre Alaska y Canadá, tras las huellas de los buscadores de oro.
Leo a Javier Reverte mientras escucho a Norah Jones. Sutil combinación para las almas sedentarias sedientas de aventuras.
Comentarios
Quizás lo pruebe... Abrazo