Leí en una revista el artículo de Cristina Morató, La heroína del Holocausto y constaté que sale más a cuenta entregar el Nobel a un presidente o expresidente de los ínclitos Estados Unidos. Sí, a cuenta de lo que presumiblemente vaya a hacer o a cuenta de lo que presumiblemente haya hecho.
En fin, este ángel que salvó a 2.500 niños no se limitó a preservar sus vidas, sino que a buen recaudo, junto a las raíces de un árbol, dejó escritos sus nombres y sus familias y así ellos, al finalizar el horror, se reencontraron con su identidad.
Sale más a cuenta otorgar un premio a un presidente de cualquier Estado, dónde va a parar. Y más si es de uno que de otro. A fin de cuentas, no es comparable con la fuerza de una anciana en silla de ruedas.
El artículo de Cristina Morató, aquí: La heroína del Holocausto.
En fin, este ángel que salvó a 2.500 niños no se limitó a preservar sus vidas, sino que a buen recaudo, junto a las raíces de un árbol, dejó escritos sus nombres y sus familias y así ellos, al finalizar el horror, se reencontraron con su identidad.
Sale más a cuenta otorgar un premio a un presidente de cualquier Estado, dónde va a parar. Y más si es de uno que de otro. A fin de cuentas, no es comparable con la fuerza de una anciana en silla de ruedas.
El artículo de Cristina Morató, aquí: La heroína del Holocausto.
Comentarios
Gran artículo.
Un saludo, Mª Antonia
El problema surge cuando a estos señores no se le ocurre otra cosa mejor, y se ponen a dar premios Nobel a políticos (¿no saben que siempre la pifian?) y no a verdaderas personalidades que se han hecho sobradamente merecedoras de tal reconocimiento.
Un abrazo, María Antonia
Un abrazo, amigos