Eugenia, 2

La caja me mira con las fauces abiertas desde la mesa de la cocina. Ahora tengo un poco de miedo. Y si se trata de una carta amenazadora. O uno de esos anónimos, con letras recortadas de los titulares de los diarios. Váyase de este pueblo, no queremos leer, queremos jugar con la PSP. No vuelva más, ya tenemos la WII. ¿No le da vergüenza pensar así de las campanas del pueblo y de los Músicos de Bremen?
Ahora extraigo una especie de serpiente de plástico blanco, que se retuerce. ¿Y si la pincho con un tenedor? Se le irá el aire, se quedará desinflada, como muerta. Esto es el desarrollo sostenible, o algo así. Por eso hay tanto papel en los embalajes. Ahora, el inevitable plástico con burbujitas. Explotarlas se asemeja a comer pipas. Pero, ojo. Hay que saber comer pipas, igual que explotar las burbujas del plástico. Hay una técnica. Es lo mismo que con el e-reader, que no vale hacerlo al tuntún. O como las relaciones sociales en esto que ahora se llama dospuntocero. Hay códigos, normas, una ética. Fans, seguidores, amigos. Mensajes cortos, largos. Y una bibliotecaria como yo, treintañera (bien, casi cuarenta, vale), soltera, forastera y con ideas subversivas sobre las campanas, los gallos, los perros, el Facebook, el Twitter y los blogs, lo sabe. Se me olvidaban los burros.
Qué desastre. Menos mal que estoy sola. En estos momentos, me alegro de seguir soltera, de no tener a alguien mirándome por encima del hombro, mientras me pregunta, con voz de sabelotodo impertinente, pero, cari (odio a la gente que se llama cari, y como la odio, seguro que mi pareja me diría cari, fijo) pero, cari, ¿es que no has mirado quién te envía el paquete? ¿Por qué firmas, así, sin más? Te lo explico. No se puede firmar sin saber qué se firma. Y quién te lo envía. Es que no aprendes. Verás… seguro que le lanzo la caja a la cabeza, que tengo yo mi carácter. Así que, cuánto me alegro. De estar sola, digo.
Quito a Seal, definitivamente. Tanto soul me está poniendo melancólica. Esto está mejor, Sabina quiere escribir la canción más hermosa del mundo. He quitado a Seal porque, (a quién quiero engañar si no hay nadie), he leído el nombre de la persona que me ha enviado esta caja llena de plásticos y papeles.
Él. El único hombre por el que renunciaría a estar sola. Pero, qué broma. Si fue él quien me dejó. Charlie no tuvo un detalle ni Fito un qué necesitas. Sí, Sabina, esa es también la historia de mi vida. Un tango. Cuando me hablan del destino, cambio de conversación.

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