La mujer que no ha besado nunca


Es una mujer que nunca ha dado un beso. Un beso, beso. Un beso de amor. Un beso de esos en los que se mezclan deseo, saliva, labios, dientes y lenguas. Un beso sin medida. Un beso que ya no es beso, que por momentos parece un mordisco. O un lametón. O, válgame, una absorción de espagueti a la carbonara. Es una mujer a la que le asquea el acto en sí. Más que el acto, la saliva y la boca desconocida. La lengua del otro, o de la otra. La cavidad húmeda, ignota y extraña, que le da repelús, grima, aprensión.
Es una mujer que nunca ha dado un beso beso. Que no sabe besar. Que no sabe lo que es ahogarse cuando no sabes besar y besas, y cruzas los dedos y cierras los ojos y el corazón te tamborilea en los oídos. Es una mujer que no ha sentido en sus labios más lengua que la suya y que no sabe lo que es no saber hasta que se aprende o, lo que es lo mismo, lo que es besar por intuición, por derecho, porque quieres y quieres al que besas. Quizás, lo que pasa es que aún no ha encontrado la boca de ese ser. Cuando la encuentre, quizás se convierta en audaz exploradora y sea capaz de besar sin saber besar, y de ensayar el beso, con la luz apagada y los ojos cerrados, con el corazón bailoteando en las sienes y sólo la intención como guía. Quizás.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Leyendo tu texto pensaba en cuánto se pierde una persona que se niega a sí misma el explorar los sentimientos y abandonarse a ellos sintiendo algo próximo a la locura. Muy bello. Besitos.