De improviso

La barca perdida en mitad del río.
Las cigüeñas aguardando inmóviles, esculturas de nata y carbón.
La piedra del color de un apetecible salmón.
Y luego, la noche.
La luna prendida del cielo como un globo aerostático.
Las catedrales iluminadas son la morada de un príncipe o el castillo de un rey muy viejo.
La Osa Mayor. Y la Menor. Y esa constelación que tendría nombre si supiera de estrellas.
Y de improviso, el día.

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