¿Y cómo seguía Zoé? (El blog de Sara, XVIII)

Zoé seguía guapa, con los ojos llenos de preguntas sin respuesta. Teníamos días buenos en los que las canciones vagaban libres por las habitaciones de nuestro pequeño piso y días malos en los que el silencio nos rodeaba, enemigo de ciudadela asediada. A mí me hubiera gustado hablarle, decirle cómo me sentía, explicarle por qué su padre había desaparecido. No fui capaz: eran explicaciones que también yo necesitaba y no tenía. Algunas de ellas las encontré más tarde, cuando me ordené los adentros. Otras no. No sé por qué su padre se fue y no volvió a hablar con ella, ni el porqué de tanto engaño y tanta mentira. A veces cavilo cómo será la vida de Manuel. Tendrá mujer e hijos, una familia. Pensé que cuando Zoé creciera él intentaría verla, hablarle, explicarle al fin. Si lo ha hecho, mi hija no me ha dicho una palabra. Tampoco me dice quién es el padre del hijo que espera. No es que me importe especialmente, es de mi hija y ya lo quiero, por encima de todas las cosas. No quiero entrometerme, me ha demostrado que sabe vivir mejor que yo, que no necesita de los consejos de una mujer a la que engañaron y transitó malherida, sin prever que su hija pudiera estarlo más aún.
Fue siempre buena estudiante, seria, aplicada, el vestido inmaculado y los lazos simétricos. Adoraba el orden porque su vida estaba patas arriba. Con el sol se le llenaba la cara de pecas, peces nadando hacia el mar esmeralda de sus ojos. No la entendí, ni ella a mí. Yo la quise por sobre todo y ella me quiso, a su manera. No tuvo la culpa de quererle más a él. Eligió mal, quiso al que más le falló. Suele suceder. Amar sin medida un amor que no se mide por ti.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Hay mucha ausencia en esa mujer hacia todo: hacia la hija, hacia Cecilia, quizá, incluso, hacia sí misma. Una de las cosas que más me admira de ella es esa falta de rencor hacia la hija y, también, la ausencia de celos hacia Rosario. ¡Cuántas mujeres los hubieran sentido, y bien intensos, al percatarse de que su propia hija tiene con otras personas una intimidad por encima de la que tiene con su madre. En fin, una historia muy verosímil. Un abrazo enorme.
María Antonia Moreno ha dicho que…
Gracias Isabel por tu comentario y por seguir la historia!
Hoy se termina ya.

Un abrazo