Fotos, no

No. Ni una. Ni media.

Tengo una amiga. No sé si me entienden. De esas que llevan una cámara prendida del pecho como si hubiesen nacido con ella. Así, tal cual. Pues esa. Que hace fotos. Muy bien, por cierto.

Pero no deja de tener su guasa.

La última. Que tengo que hacerme tres fotos para la autoescuela (dixit esta mi amiga, que toma fotos del gato, y de la iglesia, y de la cigüeña, y del sol, de la luna y las estrellas...).

¿Y? (dije yo)

Que casi que lo dejo para mañana. Que por no destrozar el carné de la biblioteca, que si no... Que qué mala pata. Que sólo tengo dos, mira. (ella)

Anda, que... (yo)

Qué quieres. Que es superior a mí. (ella)

Y me acuerdo de un día que le sacamos una foto, ella dice que a traición, pero lo vio todo, todo. Y se la mandamos. Y va ella y dice, que muy bien y tal, pero que no nos molestemos, que no le gustan las fotos y que, para otra vez, que no se la mandemos, que no le gusta.

Ea.

Y digo yo. Es un decir. ¿Pues no tomas fotos del semáforo y del metro y del pueblo (perdón, ciudad) de noche y de día? Y de tu gato Nico... ay, esta chica.

¿No les parece que tiene guasa?

Ella no es la chica de la foto. Cuando se hace una a sí misma, se le ve un ojo y un poco el pelo.