Las añagazas del amor I

Hay que ver. No importa la edad, si imberbe muchacho o mujer cuarentona. Todos nos dejamos atrapar por los engaños del amor (o lo que sea). Frases lapidarias que en otro tiempo nos hubiesen hecho torcer el gesto en una sonrisa irónica. Juramentos solemnes que hubiesen avivado nuestro sarcasmo. Pero quita. Ya no. Ahora lo que se lleva es mirarle a los ojos y sostener que toda tu vida ha sido la preparación para este encuentro. Sí. Sin que se te despeine el flequillo, le miras y lo sueltas. Bang. Todos estos años he vivido para encontrarte. Toma ya.
Y no es que seas hipócrita por ir en contra de tus creencias. Las creencias sensatas que levantaste sobre la inquebrantable certeza de que las relaciones se rompen, de que el amor (o lo que sea) termina, de que él o ella, ese ser tan encantador que sólo quiere tu bien y sueña contigo y está a tu lado, un buen día despierta y ya no está y sueña con otro u otra y tu bien se la trae al pairo y, en el peor de los casos, comienza a buscar insidiosamente tu mal. No es eso. No es hipocresía. Que no, de verdad. Es trastorno mental transitorio, referido a la memoria inmediata y no tan inmediata. Cruce de cables, sobredosis de testosterona o de feromonas, cuelgue total. Te lo crees, vaya. Del todo. Y por eso, bang. Todos estos años, todos estos meses, todos los días que he ido acumulando en esta mi vida, han sido piedrecitas del camino que he ido construyendo hasta encontrarte. Y lo dices, y te lo crees y él o ella, te miran desde los adentros sin despeinarse ni parpadear y, lo mejor del invento es que ella, o él, lo creen también. Y no es que sea un o una farsante, no. A pesar de su currículum extenso en esto de ir dejando amores (o lo que sean) rotos o, por el contrario, ser adolescentes apenas iniciados en esto del rito amoroso (o lo que sea). Da igual. Se lo creen. No importa que sepan de las rubias que te cepillaste cuando viajabas a Cuenca para vender embutidos (ibéricos, por supuesto) o de los individuos que te llevaste al catre porque, ya lo dijo la canción, no querías dormir sola. No importa. Eran tropiezos que la vida te puso, pequeños obstáculos que tuviste que sortear hasta encontrarle y mirarle los ojos, o el culo, o las tetas. Simples impedimentos, como si tú fueses una cabra y esta vida, el monte y las churris y los maromos; abrojos, peñas, matojos y demás parafernalia natural.
Y es que ya hicieron una película. Y muchas canciones. Y boleros. Esto del amor, o lo que sea, tiene su aquel. Si eres muy joven, lo que sientes no lo ha sentido nadie antes que tú. No. Ni Julietas, ni Romeos, poniéndonos contemporáneos ni Britney Spears, en sus mejores sueños etílicos, sintió por Kevin Federline lo que tú sientes. Si eres ya talludito, o una individua de estas que quitan el hipo, jamás has vivido lo que cantan Los Panchos, sabías que existía, lo sospechabas, lo intuías, pero ay, vida mía, jamás pensé que el amor fuera esto, o lo que sea.
Y sí, podemos hablar de añagazas o engaños, trampas que el amor (o lo que sea) pone en tu camino cuando ves la delantera de la cuarentona o las largas piernas de la quinceañera. O si nos ponemos femeninas, casi, casi feministas con un punto de machismo encubierto, (o desnudo, vaya usted a saber) la de zancadillas que el amor (o lo que diablos sea) te pone cuando ves el trasero de un motero enfundado en cuero negro o unos ojazos azules que le dicen a otra Y tú qué sabes, sólo como el Mortensen sabe decirlo. E inmediatamente quieres que esos ojos te miren a ti y, si es posible, a poder ser, vamos, si no es mucho pedir, te cuenten para que tú sepas, para que te hagas una idea, vaya. Y todo son artimañas del amor (o lo que sea).

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Has hecho una descripci�n del amor un tanto sarc�stica y, seguramente, muy pr�xima a alguna realidad. Tambi�n est� esa otra, del amor sincero y menos vol�til y menos mentiroso. En cualquier caso, esto del amor es un sentimiento muy moderno. Besos, querida amiga.
María Antonia Moreno ha dicho que…
hola Isabel
sí, me temo que sí, que he estado demasiado irónica...
bueno, hay una segunda parte. Y es cierto que esto del amor es bastante moderno, antes la gente se casaba por otras cuestiones, no por amor...
besos, amiga
Juan Luis Carreras M. ha dicho que…
Mmmmmm.
Crudísimo tu relato.
Justo ayer hablaba precisamente con un amigo de toda la vida sobre el amor y las mujeres; bien, nos sinceramos.
Él, militar de región fronteriza daba cuentas de sus múltiples aventuras durante su década de carrera armada; a pesar de ello, tiene pareja hace 3 años, algo sin anillos aún, pero está.
Y bien, como está de vacaciones me contó que ha aprovechado de ver a unas cuantas otras "amigas con ventaja" desperdigadas por estos lades, sin compromiso previo.
Bueno, ahí le hablé de mi experiencia, de mi naciente amor, que todo era ilusión, y que si bien no la he engañado (y confieso sinceramente que jamás lo he hecho con ninguna)seguía mirando a otras
por algo que es natural, pues le planteé que ver la belleza de las mujeres era simplemente contemplar la naturaleza de frente.
Así y todo me quedó la duda si mirando a otras, incluso pensándolas en uno que otro momento, yo la engañaba. Me sentí cuestionado y pensé si ella miraría también a otros o sólo tiene ojos para mí.
Finalmente, sopese que de la forma en que yo la veo era distinta a como miro a otras, porque a ella la observo, y conozco lo que dicen sus ojos... en fin, a ella la contemplo con los ojos del corazón, a las otras sólo de una forma superficial.
Creo que me he enamorado, pues no puedo dejar de verla tras mirar a otra, porque en cada otra la busco, y ya que la hallé no puedo perderla y con ello perderme.

Saludos desde Chile.
Bonito blog.
Anónimo ha dicho que…
ajajajajajajajajaj.....

Chssss..es Mortensen, no Mortessen....

Tu correctora oficial, la Ceci
María Antonia Moreno ha dicho que…
Bienvenido Juan Luis
Me alegro que quieras perderte en ella y en sus ojos... que os dure el amor...
Esto surgió a raíz de una frase... en fin, hay una segunda parte, eh?

Gracias y vuelve siempre que quieras
María Antonia Moreno ha dicho que…
Hola, correctora oficial, alias "la Ceci". Ya está corregido, ¡por dios, cómo he podido! Ji ji
Un besito