Comienzo 2016 leyendo el artículo de Rosa Montero Aviso a navegantes. En él, la creadora de la inolvidable Bruna Husky nos hace una advertencia nada baladí: ayer mismo me acosté teniendo 16 años y hoy me he despertado con más de sesenta. Quiero decir que la vida vuela.
El artículo arrasó en Twitter, y no me extraña. Para ilustrar su texto, Montero reflexiona sobre una de sus últimas lecturas, Instrumental: memorias de música, medicina y locura, de James Rhodes (Blackie Books). La biografía de Rhodes, (que Rosa califica de improbable) es tremenda, salvaje, capaz de destruir a un ser humano para siempre. Pero no es el caso. Rhodes nos enseña que, pese a todo, hay futuro y, como finaliza la escritora el artículo, Nunca seremos tan jóvenes como hoy y la vida se conquista día a día.
Yo no he leído la obra de James Rhodes, pero acabo de terminar El bar de las grandes esperanzas, de J. R. Moehringer, el laureado periodista, ganador de un Pulitzer. Leo que es una obra que hace referencia a la masculinidad y a los bares de copas. Pues qué quieren que les diga. Para mí, estas páginas son el canto de un hombre que pudo perderse y, a pesar de todo (el abandono del padre, el alcoholismo que le ronda, los personajes dickensianos que son los abuelos, los primos, los tíos...) consigue salvarse. La vida, bebida a grandes tragos en un bar en el que se citan un montón de hombres perdidos que buscan consuelo en los licores de alta graduación, la barra kilométrica, el humo espeso y los jaleos y pullas de los compinches. J.R. Moehringer lo tenía todo en contra, pero vivió y cumplió sus sueños de ser escritor, pese a todo. Fue capaz de construirse un futuro, lejos de las borracheras y de la alargada sombra de ese padre ausente y omnipresente, el locutor radiofónico, LA VOZ.
A estas memorias de Moehringer hay que unirle la película El desafío; en un momento determinado, Joseph Gordon-Levitt, que encarna a Philippe Petit, en la cornisa de una de las desaparecidas Torres Gemelas exclama: es imposible, pero voy a hacerlo. Es una de mis secuencias preferidas.
La vida, a veces (muchas), es imposible. Pero hay que hacerla, día a día.
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