Vergüenza torera

Andaba yo leyendo un suplemento dominical cuando me topé con este pensamiento de mi admirado Antonio Muñoz Molina, hay que hacer las cosas bien hechas, aunque no te paguen. Decía el de Úbeda que esta forma de ver el mundo y de caminar por él se la legó su padre, (hombre sencillo que sabía de que hablaba) y claro, la analogía es cristalina. Comparen cómo se ha hecho todo de un tiempo a esta parte. Mal. Mal hecho. Y así estamos.

Esto de hacer las cosas bien hechas está completamente fuera de onda, del mundo y del espacio. Uno se esfuerza por intentar hacer lo mejor posible lo que le toca (cada uno desde su ámbito, su esfera y su lugar) y zas, todo se cae cual castillo de naipes, y no importa si se hace bien, mal o regular. Leía el otro día en un artículo una nueva forma de actuar: es mejor hacer las cosas regular que no hacerlas. Pues no sé. Las cosas han de hacerse con un mínimo de calidad, porque cuesta lo mismo hacerlas mal que bien (al menos, eso he pensado siempre). Si has de ponerte, a ello, con todos los sentidos. Lo contrario no merece la pena. Lo regular no es una opción. Otra cosa es que todo puede ser mejorable y a ello ha de aspirarse; pero cada proyecto, cada asunto... ha de hacerse lo mejor que se pueda. 

Lo que deja muy mal cuerpo al personal es saber que da igual (o al menos así ha sido hasta ahora) lo bien que se hagan las cosas. Da igual. Pero las consecuencias las pagamos todos. 

Toda esta palabrería se resume en la frase de Muñoz Molina y en este vídeo de Rosendo, Vergüenza torera, que titula el post.

Feliz semana 

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