Ahora estaba enfrascada en la contemplación del grupo que charlaba, o algo así, en la puerta de un bar del centro. Es muy tarde, calibró. Debería irme a casa y no quedarme aquí, como un pasmarote, observándolos, se van a mosquear. Pero no podía evitarlo. Sólo un ratito, se dijo. Y sacó el paquete de tabaco del bolso, encendió un cigarrillo y se puso a fumar y a mirar, recostada en la pared de una calle demasiado oscura, con demasiados bares y gentes diversas. Quizás por esto no puedo dejarlo. Es una coartada perfecta.
Era un grupo numeroso de chicos y chicas en el que uno de ellos, rubio y fuerte, contaba algo de un fin de semana con alcohol, algo de maría y mucho de chicas, un par de días en los que ligó como nunca y se fue a dormir con tres tías espectaculares junto al mar. Un fantasma, concluyó ella, desde su atalaya particular. Los otros le reían las gracias. Había una niña morenita y delgada, con el pelo largo, cuyo rostro componía un gesto de desagrado. Bien por ti, guapa. Llevaba un vestido corto, estampado en azul y parecía ser el objetivo del fantasmón rubio. Pero no tiene nada que hacer esta noche, ¿verdad? Junto a ella estaba una chica con el pelo corto teñido de azul eléctrico, unos leggins negros y cazadora de cuero, fumando y riendo mucho. Había otro par de chicos más callados y serios, con cazadoras y pantalones que intentaban no perder, uno llevaba gafas de miope y no le quitaba los ojos de encima a la niña del vestido azul. Completaba el cuadro una muchacha pelirroja, de grandes ojos verdes y expresión cautelosa, que no hacía más que mirar hacia el final de la calle. Llevaba una falda vaquera muy corta y no dejaba de tirar hacia bajo de ella.
Era un grupo numeroso de chicos y chicas en el que uno de ellos, rubio y fuerte, contaba algo de un fin de semana con alcohol, algo de maría y mucho de chicas, un par de días en los que ligó como nunca y se fue a dormir con tres tías espectaculares junto al mar. Un fantasma, concluyó ella, desde su atalaya particular. Los otros le reían las gracias. Había una niña morenita y delgada, con el pelo largo, cuyo rostro componía un gesto de desagrado. Bien por ti, guapa. Llevaba un vestido corto, estampado en azul y parecía ser el objetivo del fantasmón rubio. Pero no tiene nada que hacer esta noche, ¿verdad? Junto a ella estaba una chica con el pelo corto teñido de azul eléctrico, unos leggins negros y cazadora de cuero, fumando y riendo mucho. Había otro par de chicos más callados y serios, con cazadoras y pantalones que intentaban no perder, uno llevaba gafas de miope y no le quitaba los ojos de encima a la niña del vestido azul. Completaba el cuadro una muchacha pelirroja, de grandes ojos verdes y expresión cautelosa, que no hacía más que mirar hacia el final de la calle. Llevaba una falda vaquera muy corta y no dejaba de tirar hacia bajo de ella.
Comentarios
Abrazos de tu lectora
un beso
Con tu permiso, me apunto.
Saludos.
Un saludo!
Saludos!
Un abrazo Isabel