En estos tiempos raros de plays y blogs,
en estos años apurados de chats, e-mails y foros anónimos,
hay gentes cuyo oficio es narrar, contar cuentos cual juglares o hadas.
Su oficio tiene que ver con los sueños y las palabras,
con las sonrisas, con el brillo en el mirar,
con los colores de un arco iris domesticado en un paraguas,
con los sonidos de la mandíbula de un cocodrilo en la selva,
con el chupeteo del chupete,
con la lluvia que golpetea nuestras manos.
Su oficio tiene que ver con mayores y niños, y con bebés.
No sé qué pensarán los niños de uno y dos años que escuchan cuentos y observan danzar a las cariocas. No sé qué imaginarán al ver a Charo Jaular (narradora y contadora zamorana, mujer reidora, vital, dulce y chispeante) cantar y bailar, contar y soñar.
Pero, sea lo que sea, es hermoso.
en estos años apurados de chats, e-mails y foros anónimos,
hay gentes cuyo oficio es narrar, contar cuentos cual juglares o hadas.
Su oficio tiene que ver con los sueños y las palabras,
con las sonrisas, con el brillo en el mirar,
con los colores de un arco iris domesticado en un paraguas,
con los sonidos de la mandíbula de un cocodrilo en la selva,
con el chupeteo del chupete,
con la lluvia que golpetea nuestras manos.
Su oficio tiene que ver con mayores y niños, y con bebés.
No sé qué pensarán los niños de uno y dos años que escuchan cuentos y observan danzar a las cariocas. No sé qué imaginarán al ver a Charo Jaular (narradora y contadora zamorana, mujer reidora, vital, dulce y chispeante) cantar y bailar, contar y soñar.
Pero, sea lo que sea, es hermoso.
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Un abrazo
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