cuando se sienten amarillas?
Libro de las preguntas. Pablo Neruda
Libro de las preguntas. Pablo Neruda
Llovían hojas sobre el parque. Con la cadencia del agua, el ámbar caía de los árboles, fruta madura. Despacio. Así se fue mi amor.
No creí que los anhelos alocados fuesen para mí. Querer, besar, morder como la primera vez. Pasear entre los cipreses apuntados con la incertidumbre de la pasión inexperta. Que me tomasen de la cintura y cimbrearme, junco joven a la orilla del río. No lo predije, no podía saberlo. Que me mirasen con los ojos limpios de la vez primera.
Y sin embargo, lo amaba. Con el insistente golpeteo del agua en la roca. Pero una mañana se me despertaron unas ganas inmensas de amar un amor recién estrenado. De merodear por las calles Melancolía y Locura. De conocer un alma nueva, un cuerpo extraño, para mostrarme distinta, sin las imperfecciones de una vida compartida. Se me avivaron unos anhelos locos de la mano de los deseos de aventuras en el peligroso amor prohibido.
Fue él, porque estaba cerca. Pudo haber sido otro. Pero fue él. Sus ojos en los míos. Las caídas al abismo sin paracaídas. El ritmo de mi corazón loco. Los besos primeros y las mentiras. Le mentí. A mi amor callado. Como el latido pertinaz del agua en la roca.
Las hojas se desplomaban trazando garabatos. En el parque dormitaban los patos. Nos vio. Nos miró con la certeza vieja del amor.
Le perdí y, sin embargo, le amaba. A mi silencioso amor. Cuántas veces me descubrió pasiones escondidas en nuestros cuerpos conocidos. Cuántas veces mojé su cara de lágrimas tristes y arrollé sus días con mis alegres carcajadas. Cuántas.
Despacio, se fue mi amor. Y yo me quedé desnuda, caídas todas mis razones, deshojadas mis ramas, desprotegido mi corazón.
No creí que los anhelos alocados fuesen para mí. Querer, besar, morder como la primera vez. Pasear entre los cipreses apuntados con la incertidumbre de la pasión inexperta. Que me tomasen de la cintura y cimbrearme, junco joven a la orilla del río. No lo predije, no podía saberlo. Que me mirasen con los ojos limpios de la vez primera.
Y sin embargo, lo amaba. Con el insistente golpeteo del agua en la roca. Pero una mañana se me despertaron unas ganas inmensas de amar un amor recién estrenado. De merodear por las calles Melancolía y Locura. De conocer un alma nueva, un cuerpo extraño, para mostrarme distinta, sin las imperfecciones de una vida compartida. Se me avivaron unos anhelos locos de la mano de los deseos de aventuras en el peligroso amor prohibido.
Fue él, porque estaba cerca. Pudo haber sido otro. Pero fue él. Sus ojos en los míos. Las caídas al abismo sin paracaídas. El ritmo de mi corazón loco. Los besos primeros y las mentiras. Le mentí. A mi amor callado. Como el latido pertinaz del agua en la roca.
Las hojas se desplomaban trazando garabatos. En el parque dormitaban los patos. Nos vio. Nos miró con la certeza vieja del amor.
Le perdí y, sin embargo, le amaba. A mi silencioso amor. Cuántas veces me descubrió pasiones escondidas en nuestros cuerpos conocidos. Cuántas veces mojé su cara de lágrimas tristes y arrollé sus días con mis alegres carcajadas. Cuántas.
Despacio, se fue mi amor. Y yo me quedé desnuda, caídas todas mis razones, deshojadas mis ramas, desprotegido mi corazón.
Comentarios
¿de veras te ha gustado?
es que temo ponerme demasiado intensa, pero ya me conoces, qué demonios!
un beso
Me alegro de que te parezca que no, que no me excedo. A veces pienso que sí, porque creo que soy un poco excesiva... o pasional.
La pequeña pecadora tiene su castigo...
Besos, amiga
perdona, desaparezco demasiado a menudo...
un beso grande
besitos de hada tambien :)