Aquellos minutos dilatados se escondieron de nosotros.
Se quedaron agazapados tras la encina,
junto al brocal del pozo.
Se perdieron en el ojo ciego del caballito de madera.
Se ocultaron en el aro que gira y gira sin llegar jamás.
Saltamos la tapia con grieta de jirafa
y al otro lado
nos encontramos mayores:
hechos de segundos rápidos
de rictus serios
y de prisas en un lunes sin sueños.
Aquellos minutos jamás volvieron a ser los mismos.
Nosotros,
tampoco.
Se quedaron agazapados tras la encina,
junto al brocal del pozo.
Se perdieron en el ojo ciego del caballito de madera.
Se ocultaron en el aro que gira y gira sin llegar jamás.
Saltamos la tapia con grieta de jirafa
y al otro lado
nos encontramos mayores:
hechos de segundos rápidos
de rictus serios
y de prisas en un lunes sin sueños.
Aquellos minutos jamás volvieron a ser los mismos.
Nosotros,
tampoco.
Comentarios
excepto, quizás, esos días en que todo estaba por estrenar...
besos